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El fin del tripartidismo

PRI, PAN y PRD entran en crisis. Los partidos que dominaron la escena política en las últimas tres décadas perdieron posiciones e influencia y enfrentan pugnas internas y posibles fracturas
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domingo, 15 de julio de 2018 · 00:00

ERNESTO NÚÑEZ Y MARTHA MARTÍNEZ/AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

Reducidos a su mínima expresión histórica, PRI, PAN y PRD encaran un reto mayor: sobrevivir frente a la nueva hegemonía encabezada por el movimiento de Andrés Manuel López Obrador.

Los tres partidos obtuvieron, el pasado 1 de julio, su peor resultado en elecciones presidenciales desde 1994. Y, en conjunto, PRI, PAN y PRD perdieron casi 21 millones de votos respecto a 2012.

Sus bancadas en el Senado quedarán reducidas a 23 panistas, 13 priistas y 8 perredistas, frente a 69 senadores de los partidos que impulsaron a AMLO (Morena, PT y PES). En la Cámara de Diputados, habrá 83 panistas, 45 priistas y 21 perredistas, frente a 310 diputados de la coalición que lidera Morena.

En gubernaturas, el PRI perdió dos de las 14 que tenía (Jalisco y Yucatán) y dejará de gobernar a casi 10 millones de mexicanos. El PAN conservó 11 de las 12 entidades que gobernaba, perdiendo Veracruz; pero ganó Yucatán. Aunque mantiene 12 Estados, dejará de gobernar a seis millones de ciudadanos. El PRD fue el más afectado: perdió tres de cuatro entidades (Morelos, Ciudad de México y Tabasco), y dejará de gobernar a más de 13 millones de habitantes.

Además, los tres partidos que dominaron el escenario político en los últimos 30 años disminuyeron sus posiciones en Congresos estatales, y en presidencias municipales.

De los 27 Congresos que se renovaron, Morena obtuvo la mayoría en 20, por lo que los gobernadores del PRI, PAN y PRD enfrentarán una nueva oposición en las legislaturas locales.

Y de las 24 entidades donde se renovaron ayuntamientos, en 13 la capital fue ganada por el movimiento de AMLO, entre ellas, ciudades donde PRI, PAN o PRD seguirán gobernando a nivel estatal: Toluca, La Paz, Morelia, Chilpancingo, Oaxaca, Puebla, Chetumal, Culiacán, Hermosillo y Zacatecas.

POSICIONES Y DINERO PERDIDOS
Los partidos perderán posiciones, influencia y también dinero, pues su financiamiento público del próximo año se calculará con base en los porcentajes obtenidos en la reciente elección de diputados federales: el PAN bajó de 22.7 a 17.9 por ciento; el PRI, de 31.6 a 16.5 por ciento, y el PRD descendió de 11.7 a 5.2 por ciento.

Si estos porcentajes hubiesen aplicado en 2018, el PRI hubiera recibido 640 millones de pesos para sus actividades ordinarias, en lugar de los mil 94 millones que le fueron entregados; es decir, 454 millones de pesos menos. El PAN habría recibido 682 millones de pesos, en lugar de 827 millones; 145.4 millones de pesos menos. Y el PRD habría bajado de 496 millones a 301 millones; con una pérdida de 194.4 millones de pesos.

En cambio, Morena subió su porcentaje de votación del 9 por ciento en 2015, al 37.2 por ciento en 2018. Con esa votación, el partido de AMLO hubiese recibido más de mil 263 millones de pesos en este año; esto es, 848 millones más de los 414 millones que le correspondieron.

La conformación de un nuevo sistema político está en marcha a partir de la jornada electoral del 1 de julio.

Los partidos derrotados se preparan para conformar sus bancadas en las Cámaras del Congreso, que en septiembre darán inicio a la LXIV Legislatura. Mientras se reacomodan, de cara al arranque del sexenio de Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre, emergen las tensiones internas y afloran los reproches por la derrota.

En 2019, el PRI cumplirá 90 años, el PAN 80 y el PRD 30. “Celebrarán” sus aniversarios redondos en plena agonía del tripartidismo mexicano.

PRI: DERROTA SIN PRECEDENTES
Con la votación más baja en sus 89 años de existencia, el Partido Revolucionario Institucional se enfrenta a una crisis sin precedentes.

El 1 de julio pasado, el tricolor lo perdió casi todo: la Presidencia de la República, la mayoría en el Congreso federal, dos de los 14 Estados que gobernaba, un centenar de municipios y su presencia mayoritaria en los Congresos estatales.

Hasta antes de la elección de este año, la crisis más severa que había experimentado el partido era la de 2006, cuando de la mano de Roberto Madrazo se convirtió en la tercera fuerza política del país.

El tricolor había perdido la elección presidencial por segunda ocasión, su candidato presidencial se ubicó en el tercer lugar de la votación, y sus bancadas se redujeron de 222 a 106 en la Cámara de Diputados, y de 57 a 33 en el Senado.

A pesar de ello, sus 9.3 millones de votos equivalían al 22 por ciento del total, y era un partido político con una fuerte presencia local: gobernaba 17 estados con Congresos afines, lo que permitía a sus gobernadores ser figuras fuertes al interior del partido y hacer valer su peso frente al gobierno panista.

De hecho, fue desde lo local que el PRI se reconfiguró y pudo regresar a Los Pinos en torno a la figura de Enrique Peña Nieto, el gobernador mexiquense que en 2012 convirtió al PRI en una máquina imparable.

Seis años después, el panorama es totalmente distinto: Su candidato presidencial, José Antonio Meade, registró la votación más baja en la historia del PRI: 9.2 millones de votos (16.4 por ciento), de los cuales 7.6 millones fueron aportados por el PRI y el resto por el Partido Verde.

BANCADAS REDUCIDAS
En la elección para el Congreso federal, las bancadas del PRI se reducirán a su mínima expresión. En la Cámara de Diputados tendrá 45 curules, y en el Senado 13 escaños.

El PRI había llegado a la elección de 2018 con el menor número de gobernadores de su historia, 14. Y se fue con dos menos: Jalisco y Yucatán.

Además, por primera vez, los gobernadores priistas deberán lidiar con legislaturas locales en donde su partido no sólo no será mayoría sino que estará en la “chiquillada”.

De los 27 Congresos estatales en juego, al menos en diez el PRI fue borrado al no ganar ningún distrito. Si bien el partido tendrá presencia en ellos, será a través de diputados plurinominales.

De los 12 gobernadores que tendrá el tricolor, sólo el de Coahuila, Miguel Riquelme, tendrá mayoría en su Congreso, debido a que en 2018, su Estado renovó sólo Ayuntamientos.

Para las corrientes críticas del PRI, esta debacle se debe a la pérdida del discurso priista, a la imposición de candidaturas ajenas a la militancia y al descrédito del Gobierno de Enrique Peña Nieto.

César Augusto Santiago, veterano operador político cercano a Roberto Madrazo, señala que el tricolor perdió su discurso, lo que ocasionó que sus candidatos, sobre todo el presidencial, no pudieran convencer ni al electorado ni a los priistas.

“Nos fuimos al extremo en este sexenio. El PRI adoptó una posición a la derecha del PAN, o sea, en esta campaña el discurso del PRI fue más derechista que el PAN, por eso pusieron al señor Javier Lozano de vocero, un ultra conservador... la gente del PRI queda totalmente desconcertada, ¿qué pasó con nuestro nacionalismo revolucionario?, ¿qué pasó con nuestra tesis en materia económica de rectoría del Estado?, ¿en materia internacional?”, cuestiona.

Para el priista, el causante de la crisis del tricolor no es Peña Nieto sino los dirigentes del partido, que aceptaron sus imposiciones.

“El problema es el partido, porque un partido es el interlocutor entre la sociedad y el Gobierno, y el PRI estaba obligado a decirle al presidente: ‘bueno sí, eso es lo que piensa usted, pero en el PRI sostenemos una tesis socialdemócrata, en el PRI creemos que el petróleo es de los mexicanos’”, sostiene.

El líder nacional de la Corriente Crítica del PRI, Genaro Morales Rentería, señala que la imposición de candidaturas externas fue otro factor.

“José Antonio Meade no fue capaz de conquistar el corazón de los militantes priistas ni de los de afuera, no lo digo yo, lo dicen las cifras. ¿Cuántos afiliados tiene registrados el PRI? Como 8 millones; si se compara el número de afiliados con el número de votos, no votó el número de afiliados, peor aún, no se desdobló ese voto”, sostiene.

DISTINGUIRSE DE MORENA
La politóloga Joy Langston, especialista en historia del PRI, indica que lo que sigue para el tricolor es construir una ideología que se distinga de Morena, partido que le arrebató sus banderas, y encontrar un liderazgo dispuesto a deshacerse de la corrupción.

“Queda por ver dos cosas fundamentales. Primero, si logran construir una ideología que se distinga suficientemente bien de Morena y del PAN. Morena ahí está, un partido a la izquierda y el PRI siempre quiere decir que es izquierdista, pero en realidad no lo es, entonces ahí sí tienen que tomar decisiones sus líderes”, asevera.

“El PRI tiene que hacer algo de como una mea culpa -no mucho, porque luego se queda sin políticos- y eso tiene que tomar, me imagino, la forma de echar a una que otra figura del PRI que sí es terriblemente corrupta y que no pueden tener en sus filas”, agrega.

Otro reto para el tricolor, asegura Langston, es volver a ganar en lo local. No obstante, advierte que, si quiere reconstruirse como partido, deberá aprender a hacerlo de formas diferentes a como lo hizo en el Estado de México el año pasado y sin los recursos de los que gozó en este sexenio.

“Tenemos una marca registrada que básicamente está en peligro, porque no nada más el presidente, también los gobernadores fueron rechazados, también todos los alcaldes, los diputados federales y los senadores, y porque eso te habla de un cambio estructural en cómo el votante mexicano percibe la capacidad del PRI en el Gobierno... y eso pinta muy mal hacia el futuro del PRI”.

PAN: EL PEOR RESULTADO
Un punto azul resalta en un mapa pintado de color marrón Morena. Se trata de Guanajuato, el único Estado donde Ricardo Anaya Cortés ganó las elecciones presidenciales del 1 de julio.

Guanajuato es, también, el único de los 32 estados donde se ganaron todos los distritos federales (15 de 15), las dos senadurías de mayoría, la gubernatura y la mayor parte de las alcaldías.

El punto azul contrasta con el desastre electoral provocado por Anaya y su grupo cercano: Damián Zepeda, Marcelo Torres Cofiño, Édgar Mohar, Fernando Rodríguez Doval, Marko Cortés, Santiago Creel, Marco Adame...

Un grupo que desde 2015 centraliza las decisiones en Acción Nacional, al que ahora otros panistas les exigen cuentas.

Las cifras de Anaya y Zepeda son las peores del PAN en 25 años: el candidato presidencial obtuvo 122 mil votos menos que Josefina Vázquez Mota (cuya campaña presidencial de 2012 se calificó internamente como un desastre).

Pero los 12.6 millones de votos de Anaya incluyen 2.7 millones que el PRD y MC aportaron a la coalición Por México al Frente. Sólo como PAN, la candidatura de Anaya captó apenas 9 millones 996 mil votos, casi los mismos de Diego Fernández de Cevallos en 1994, cuando la lista nominal era de 45 millones de electores, la mitad de los 89 millones de 2018.

Con 17.9 por ciento de los votos en la elección legislativa (que es la que se considera para el reparto de prerrogativas), el PAN se mantuvo como segunda fuerza política nacional, pero perdió 15 senadores y 26 diputados respecto a los que tenía en la actual Legislatura.

Fue derrotado en Veracruz, uno de los Estados más poblados del país, y tendrá que defender en tribunales el polémico triunfo en Puebla de Martha Érika Alonso, esposa del ex gobernador Rafael Moreno Valle.

En la elección de diputados federales, hay 13 entidades donde el PAN no ganó un solo distrito, ente ellas Baja California, Baja California Sur, Nayarit y Quintana Roo, donde es Gobierno estatal. En Durango y Puebla, ganó uno solo.

En la elección de senadores, Acción Nacional sólo ganó Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro, y compartió el triunfo con el PRD en San Luis Potosí.

MINORÍA EN DIEZ ENTIDADES
Fue primera minoría en diez entidades: Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Quintana Roo, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán. Y no tendrá senadores de mayoría en otras 17.

La negociación del Frente, hecha por Anaya con Alejandra Barrales, Miguel Ángel Mancera y Dante Delgado, le costó cara al PAN y no le dio dividendos.

En opinión del senador Roberto Gil, ese Frente desdibujó la propuesta histórica del PAN, lo alejó de sus militantes y de sus simpatizantes, provocó fracturas y descarriló la campaña.

“El electorado castigó ese matrimonio por conveniencia, y además lo pagamos carísimo”, sentencia Gil.

Anaya obtuvo menos votos que los candidatos del Frente en las nueve entidades donde se renovó la gubernatura. El PRD lo hundió en los Estados que gobernaba (Ciudad de México, Morelos y Tabasco) y MC no lo hizo ganar en Jalisco, donde Enrique Alfaro sí se alzó con el triunfo.

Por primera vez en la historia reciente, Acción Nacional perdió el registro en un Estado: Tabasco, donde no alcanzó el 3 por ciento de la votación.

En el Estado de México, fue borrado del antes llamado “corredor azul” de la Zona Metropolitana.

Y en Baja California, donde gobierna desde 1989, se puso a un paso de perder las elecciones estatales del próximo año.

Sus resultados son peores a los de 2009, cuando el ex dirigente panista Germán Martínez decidió renunciar por decoro político.

Ante la debacle, las corrientes ajenas a Anaya (principalmente, un grupo de siete gobernadores) se han manifestado porque el grupo dirigente convoque de inmediato a la renovación del Comité Ejecutivo Nacional.

Quieren evitar una nueva imposición del anayismo, cuyo plan de ruta consiste en que Damián Zepeda deje la dirigencia, para que su secretario general Marcelo Torres -en funciones de presidente interino- sea quien designe a los futuros coordinadores parlamentarios: Jorge Romero en Cámara de Diputados y el propio Zepeda en el Senado.

El interino sería el encargado de convocar a un proceso interno en agosto, para que, tras 60 días de campaña, sea electo un nuevo dirigente a mediados de octubre. En paralelo, se tienen que renovar todas las dirigencias estatales. En ese proceso interno, el grupo de Anaya buscaría impulsar al michoacano Marko Cortés.

Los gobernadores no anayistas estarían impulsando la candidatura del gobernador guanajuatense Miguel Márquez, único panista que, hoy por hoy, puede decir que pudo detener a AMLO en su Estado.

Mientras la pugna en el PAN aflora cada vez con más intensidad, Ricardo Anaya ha decidido no dar la cara, y mantenerse alejado, no sólo de los medios, sino del partido.

CRISIS HISTÓRICA
La politóloga Soledad Loaeza, una de las académicas que más ha estudiado a Acción Nacional, considera que la crisis es producto de un desdibujamiento de la doctrina y principios panistas que data de los tiempos de Vicente Fox, y se agravó con la formación del Frente y la imposición de Anaya.

“Acción Nacional llegó a la carrera presidencial con una propuesta totalmente diferente a lo que lo había caracterizado. Renunció a su identidad, clarísima históricamente, en el momento en el que entró al Frente; perdió su fuerza y atractivo”, comenta.

Loaeza ve capacidad de supervivencia en el PAN, siempre y cuando se apegue a sus reglas estatutarias para resolver los conflictos que surgirán tras la derrota.

PRD: ECLIPSE TOTAL
Perdió la Ciudad de México, Morelos y Tabasco; 40 diputados federales, 14 senadores, y más de 10 millones de votos en una sola jornada electoral. El 1 de julio eclipsó al Partido de la Revolución Democrática, que apenas sobrevivió al tsunami de su ex dirigente y dos veces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.

Después de estos comicios, el PRD sólo conservará Michoacán, un Estado donde el gobernador Silvano Aureoles se pronunció en favor de José Antonio Meade en plena campaña.

Desplazado a un lejano cuarto lugar -junto con MC- en el espectro electoral, el PRD se convirtió en un partido de 5 por ciento.

Sólo aportó un millón 602 mil votos a la candidatura presidencial de Ricardo Anaya, pero sumó 2.9 millones en la elección de diputados federales y en la de senadores.

Con su 5.2 por ciento, el PRD logró conservar el registro, una mini bancada de 21 diputados federales (la tercera parte de los que había colocado en 2015), y un grupo de 8 senadores.

Sin sus fundadores, sus ex presidentes nacionales, sus ex jefes de Gobierno o figuras emblemáticas (todos migraron al lopezobradorismo), en el PRD sobreviven dos corrientes: Nueva Izquierda, liderada por “Los Chuchos” (Ortega y Zambrano), y ADN, de Héctor Bautista y Juan Zepeda.

Ángel Ávila, secretario general del PRD, explica la ruta a seguir en los próximos meses: primero, se elaborará un análisis autocrítico del resultado electoral. Después, se instalarán los grupos parlamentarios y se expondrá la agenda legislativa frente al próximo Gobierno y su grupo mayoritario en ambas Cámaras. Finalmente, se convocará a la renovación de la dirigencia nacional y las dirigencias estatales, un proceso que está pendiente desde 2017.

“El reto más importante en este momento es crear la ruta interna de discusión de lo sucedido en las elecciones, y la renovación en unidad de los órganos directivos”, comenta Ávila.

Según el dirigente, será importante mantener vivo el frente con PAN y MC en el ámbito legislativo, para defender mejor la agenda común que registraron ante el INE con una vigencia hasta diciembre de 2024.

“El frente fue una decisión correcta, veníamos de muchas victorias que nos decían que podíamos construir un Gobierno de coalición por primera vez en la historia. No resultó lo que esperábamos, hubo factores internos y externos, errores que nos llevaron al resultado. Hay que analizarlo y hacernos cargo de que no supimos comunicar lo que era un Gobierno de coalición”, evalúa Ávila.

La decisión de mantener el frente como coalición electoral corresponderá a los órganos directivos de los tres partidos.
 

“Frente a un Gobierno de AMLO, la posición neoliberal del PAN puede fortalecerse y probablemente se fortalezca su alianza con los empresarios. Si es así, esta vez tendríamos por primera vez un partido de derecha más articulado”

Soledad Loaeza


“El PRI tiene que hacer algo como una mea culpa y eso tiene que tomar, me imagino, la forma de echar a una que otra figura del PRI que sí es terriblemente corrupta y que no puede mantener en sus filas”.

Joy Langston


“El PRD debe hacer valer su peso y su agenda en el Legislativo, frente a los desplantes autoritarios que ya se perciben en López Obrador; por ejemplo, en el tema de una fiscalía autónoma”

Ángel Ávila

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