ECONOMÍA Y POLÍTICA

lunes, 23 de enero de 2017 · 00:00
El incendio del bosque

No sólo se extravía aquel político que gobierna mal, sino también el que contribuye a destruir el Estado que le da razón de ser Arcángel Rojo



Guste o no, el gobernador Francisco Vega de Lamadrid mostró inteligencia al abrogar la Ley del Agua; fue capaz de medir las consecuencias si insistía en su vigencia, entendió que era factor para alimentar la exacerbación de la gente y darle más armas a los anti sistémicos para alentar la insurgencia social.
Pero el triunfo social quiso ser aprovechado por los oportunistas de siempre: Armando Reyes, Armando Ayala, Claudia Agatón (quien le quiso adjudicar al PT la organización de las marchas), Omar García, Marco A. Blásquez, Ramiro y Miguel Orea y otros advenedizos más quienes buscaban llevar agua a su molino, pero afortunadamente en los hechos todos ellos fueron rebasados por la ciudadanía.
El ciudadano común procura un beneficio colectivo, al contrario de los aludidos quienes buscan rentas políticas a las cuales pretender sacar provecho personal; por ello, después del triunfo de la demanda contra la Ley del Agua, ahora inducen la petición de la renuncia del gobernador del Estado con la intención de exasperar el ánimo social, no con el fin de encontrar soluciones de fondo a los problemas.
Persiste la demanda por la reducción del precio de los combustibles, tema del ámbito federal, justificada tanto por lo excesivo del precio y por lo endeble de los argumentos del Ejecutivo Federal y sus aliados; pero a ellos el árbol no les permite ver el bosque, que poco a poco se incendia y tiende a consumir el establishment para dar paso a la anarquía destructiva, visceral y cargada de resentimientos.
La polarización social impulsada por Andrés Manuel López Obrador desde 2006, alimentada por los sofismas del fraude electoral, reforzados con el discurso populista del mesías infalible y puritano que impulsa un neo nacionalsocialismo en donde cualquier opinión contraria es una traición a la patria, aunado a la tibieza del Estado y a la inadmisible corrupción exhibida en los últimos años, ya da frutos.
Entre la ignorancia de los analfabetas funcionales, la ignorancia supina, la desinformación habitual del ciudadano y su percepción del abuso de la autoridad, vienen las generalizaciones simples pero muy convenientes para los anti sistémicos, las cuales incluso son adoptadas quienes buscan sustituir al PRI sin querer darse cuenta que más que destruir la imagen del gobierno actual, destruyen a la República.
Efectivamente, las generalizaciones simplistas como "el sistema ya no da para más”, "todos los políticos, gobernantes y funcionarios públicos son corruptos”, "la burocracia no trabaja, no sirve y no debe existir”, etc., sólo son frases acuñadas pero que no implican ninguna propuesta de solución, incluso la consigna "Fuera Peña” tampoco ofrece una solución, de hecho su renuncia no arregla nada.
En el confort de la oposición el PAN y PRD arremeten contra el gobierno, pero olvidan que ambos son corresponsables de las reformas estructurales, a las cuales ataca el respetable, porque Morena las ha convertido en bandera; sin fuerza ni credibilidad, PAN y PRD apuestan al pragmatismo y no a la razón.
Ciertamente, PAN y PRD con la mira puesta en el 2018, contribuyen a la destrucción de un status quo al cual aspiran conducir, pero en el pecado llevarán la penitencia, porque lejos de exhibir estatura de miras tratando de contribuir a la solución, pretenden salvarse de la quema parándose en la hoguera.
Lo más triste, es que EPN y el PRI no entienden que el Estado Republicano y Liberal está en riesgo y no porque el sistema sea irremediablemente inviable, sino porque se toman medidas en contra de la mayoría, basadas en paralogismos insultantes y porque la nación se mal administra sin castigo a los responsables; y eso no fue por lo que poco más de 19 millones votaron el primero de julio de 2012.

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