Leer nos hace libres

Yo, lo confieso, estoy enamorado de las bibliotecas, estoy enamorado de los libros, estoy enamorado de las historias que encierran, de los mundos que he aprendido a conocer gracias a la lectura. A mis 42 años puedo recordar a todos aquellos maestros, y seguro estoy que al que más le debo es a esos mis profesores de la educación primaria que me enseñaron a leer a los cinco años. Por leer he dejado de beber alcohol, porque considero una pérdida de tiempo quedarme borracho sin la posibilidad de poder sostener una lectura de muchas hojas al día. Y me he enamorado con el paso de los años, de todas las historias que me han traído cada uno de los asistentes a mis talleres literarios. Una de las cosas que más me gusta de los talleres es ver nacer los textos. Es ver el nerviosismo de aquel que por vez primera acerca un texto a otros ojos, en busca de aquello que ya no le es posible ver en sus creaciones propias.

Nunca dejaré de acordarme con mucha alegría cómo aquellos chicos y chicas que llegan al taller, van tomando notas de los autores que les comento, de las lecturas que les propongo en cada sesión de taller. Y cuando vamos leyendo juntos un libro, cuando leemos un poema, cuando desarmamos un texto y hablamos de las líneas de tiempo, de los personajes, de los narradores y los hablantes líricos. Cuando caemos en cuenta del tiempo verbal en que se construye un párrafo. Cuando miramos los guiños a otras obras con que el autor nos marca sus influencias literarias. Y cuando cada una de esas estrategias del análisis los podemos poner a prueba en la construcción de nuestros propios textos.

Me siguen maravillando los libros, sus historias, sus autores, la vida de los autores y encontrar las influencias de esos autores. ¿Cuáles eran los libros favoritos de Kafka?¿Quién enseñó a leer a Borges? ¿Cuál fue el primer cuento que leyó Cortázar? ¿Qué poetas admiraba Jaime Sabines? ¿Qué novelista era el más importante para Thomas Mann? Uno quiere toparse en alguna calle con Harry Haller, con la señora Dalloway, con Julian Sorel, con Hans Castorp; saber con quién tallereaba sus textos Clarice Lispector, quién la revisaba, a quién le confiaba sus textos, con quién discutía las ideas que brincaban de su cabeza a la hoja blanca.

Leer nos hace libres, nos entrega nuevas oportunidades, nos permite conocer los locos mundos de Juan Emar, las historias de Mario Levrero, nos permite llegar a los mundos de Baudolino y correr aquel viaje que realiza hacia el oriente. Nos conmueve su relación con las Hipatias, todo el amor con el que se entrega a la verdad, la ciencia, la historias, los textos. Son los textos ese pedazo de tiempo, esos muchos mundos contenidos en un solo lugar.

Y qué hermoso que todos esos mundos este mes de octubre queden bajo nuestros ojos en el excelente ejercicio de promoción del libro que es el LibroFest. Yo los invito a asistir, a llevar sus libros, a intercambiar, a conocer nuevos mundos, a viajar con nuevos autores, a debatir sus ideas siempre. Ensenada no es la Capital del Off Road, mienten quienes dicen eso, Ensenada es el mundo de las personas libres que buscan un mejor lugar para vivir. Y es con la lectura de los libros, de los mundos, como pasaremos de ser meros espectadores de la velocidad, a constructores de identidades libertarias y seguras de sí mismas.