DESDE HOLANDA

Voto en el extranjero

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 1 de noviembre de 2017 · 00:00

En las embajadas mexicanas se hace el trámite para solicitar la credencial de elector para quienes residimos fuera de México.

En la cita, que lleva entre 30 minutos y una hora, se capturan los datos y se toma la foto para la credencial. Advierten que puede tardarse hasta tres meses, aunque a mí me llegó a las dos semanas.

La cuestión es que recibir la credencial no es el final del proceso. Hay que meterse a la página del INE y, con el número de folio que recibimos en la embajada tras terminar el trámite, seguir los pasos hasta que logramos activar la credencial.

En mi caso, hace dos meses que la empresa de mensajería me entregó el paquete en las manos, pero para la página del INE mi credencial está aún en “proceso de fabricación”, todavía falta que diga que viene en camino, que fue entregada y finalmente que la puedo activar.

Entiendo que una gran demanda pueda retrasar el proceso de fabricación y entrega, pero una vez que firmamos en el dispositivo electrónico de los repartidores, ya todo depende de un programa de computación.

En la elección del 2012, enviamos los datos de nuestra credencial de elector y recibimos un paquete con la boleta, el sobre para enviarla y un disco compacto con información. En aquel año, la comunidad mexicana andaría alrededor de las 3 mil 500 personas, entre residentes permanentes y estudiantes, pero los datos del INE revelan que los votos emitidos desde Países Bajos fueron menos de 300.

Ahora somos unos 5 mil, pero no espero que la participación sea superior a la del 2012. Si algo caracteriza a las comunidades de mexicanos en el exterior es, por el lado positivo la solidaridad que mostramos para ayudar, pero por el lado negativo la gran apatía por temas políticos.

Muchos piensan que los mexicanos en el exterior no deberíamos tener derecho a votar. Seguro que hay muchos argumentos a favor y en contra, pero yo estoy feliz de poder hacerlo, y decepcionada de que tanta gente no lo haga.

Votar es una de las pocas cosas que podemos hacer para tratar de cambiar la forma en que funciona México, y me cuesta creer que la gente participe tan poco. Cuando una vive fuera, especialmente en un país donde funcionan mejor las cosas que en México, una realmente se da cuenta de la enorme diferencia entre nuestros dos países.

Lo que aquí consideran un acto de corrupción, en México es visto como normal. Como el uso de autos oficiales para asuntos privados. O la agenda de los gobernantes y su relación con los medios, incluyendo actos como cortes de listones, asistencia a exposiciones, entrega de vehículos, etcétera. Hacer eso aquí levantaría muchas cejas, ya que aquí los gobernantes no aparecen un día sí y otro también en los medios, haciendo lo que se suponen que deben hacer: su trabajo y además pagando publicidad para anunciarlo.

Una pensaría que vivir esta comparación haría mexicanos más conscientes y participativos, pero en fin, cada cabeza es un mundo y cada quien toma decisiones de acuerdo a sus convicciones, intereses, ideales y educación. El abstencionismo seguirá ganando elecciones en México y el extranjero.

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