POR SI LAS MOSCAS

Aplicaciones disfuncionales

Por Laura Monzón
viernes, 10 de noviembre de 2017 · 00:00

Hace unos cuarenta años, cuando el PRI tenía secuestrada la silla del Ejecutivo Federal, elegía por dedazo al candidato que sucedería al presidente en turno para el siguiente sexenio y dominaba el 98 por ciento de los curules del Congreso, los mexicanos no nos imaginábamos que llegaría el día de la alternancia política.

Sin embargo, el año 2000 fue el parteaguas, cuando Vicente Fox (PAN) logró un triunfo histórico con el 42.56 por ciento de los votos, arrebatándole al priista Francisco Labastida el cetro presidencial.

Así fue que 71 años después de gobiernos heredados, pudimos presenciar el cambio tan anhelado. Aunque las cosas no resultaron como esperábamos, en el sentido de que no hubo modificaciones en la forma de hacer política, la corrupción y la impunidad seguían a la orden del día. Desgraciadamente, todo sigue igual e incluso peor.

La triste historia del cándido México y los políticos desalmados ya la conocemos. Lo interesante de todo el asunto, es que las disconformidades empezaron a abrir los ojos de varios sectores de la población.

En el año 2004, el escritor y politólogo, Jorge Castañeda Gutman, decidió anunciar su candidatura independiente para contender en las elecciones de 2006. Por supuesto que La Suprema Corte de Justicia de la Nación no le permitió a Castañeda llevar a cabo su plan si no contaba con el apoyo de un partido político.

Hoy día, las cosas son diferentes, gracias a las denuncias interpuestas ante instancias internacionales, cosa que Castañeda hizo en su momento, bajo el argumento de que el mismo Gobierno mexicano no estaba respetando la Constitución, puesto que el artículo 35 dice que son derechos del ciudadano votar en las elecciones populares y poder ser votado para todos los cargos de elección popular.

Las candidaturas independientes son un derecho recuperado por la ciudadanía; ya se habían contemplado en la Constitución de 1917, siendo Venustiano Carranza presidente de México, pero se prohibieron en 1946 por la Ley Federal Electoral de aquel entonces.

En este proceso electoral tenemos la oportunidad de ver otra vez a postulantes independientes buscando poder elegirse como candidatos a la presidencia de México, ahora, con todas las de la ley.

Sin embargo, parece que el mismo Instituto Nacional Electoral (INE) busca sacarlos de la jugada. Además de pedirles las famosas 866 mil 593 firmas de ciudadanos registrados en el padrón electoral, éstas deben ser recabadas a través de una aplicación engorrosa que no funciona como debiera.

Hace unos días Pedro Ferriz de Con hizo una observación muy interesante: el INE debería permitirnos a los ciudadanos acceder a la aplicación, para subir nuestros datos y apoyar al postulante que más nos agrade, en vez de tener que esperar a que algún gestor certificado se nos acerque, si es que llega.

Puede ser que el INE, dentro de toda su inocencia e ineptitud, crea que en todo México hay internet; pero se le olvida que existen miles de comunidades que no tienen acceso a éste, por lo que a ciertos postulantes se les está dificultando recabar las anheladas firmas, como es el caso de María del Jesús Patricio Martínez, del Congreso Nacional Indígena.

Por lo pronto, el INE ya dio chance de sacar fotocopias de las credenciales de elector y dio una semanita más para recabar las firmas, aunque se resiste a abrir la aplicación, bajo el argumento de que se podría en riesgo los datos de los ciudadanos.

Citando de nuevo a Ferriz de Con: en México puedes pagar impuestos y servicios, participar en la bolsa de valores e, incluso, realizar compras por internet, pero no puedes votar a través de este medio.

Qué cosas, ¿no?

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