ECONOMÍA Y POLÍTICA

Izquierda sin futuro II

Por Rolando Daniels Pinto
jueves, 16 de noviembre de 2017 · 00:03

Qué se ha dicho del cantante de protesta… (…)… que ha encontrado un sitio donde renegaba, convirtiéndose al final en lo que tanto protestó. Fernando Delgadillo González (Cantautor mexicano).

 


La entrega anterior concluyó señalando cómo después de sufrir un terrible shock emocional, en el último lustro de los años ochentas, ya sin modelo a seguir y con evidencias indelebles del triunfo del capitalismo moderno, el neoliberalismo, la izquierda mexicana extravió ideología, coherencia y rumbo.

Sin embargo, hubo intentos por parte de algunos intelectuales notables para impulsar la unidad de la izquierda como alternativa de sobrevivencia, unidad boicoteada de forma casi natural por los desacuerdos entre las distintas ideologías de izquierda -ya en decadencia- casi antagónicas entre sí.

Así, la izquierda mexicana transitó de un antagonismo doctrinario al Estado, a una de ideología difusa, exacerbadamente pragmática y presta para negociar de todo con el oficialismo gobernante; de buscar profundas transformaciones sociales de largo plazo, a perseguir metas electorales de corto plazo; de la férrea oposición natural contra la derecha, a una simbiosis contranatural sin un claro objetivo superior.

Muy atrás quedaron las posturas marxista-leninista, maoísta y trozkista; así, la izquierda oficial más radical se acomoda en un nacionalismo mesiánico, populista y demagógico; en tanto que el resto de la izquierda que no milita en el pragmatismo de la izquierda oficial, se refugia en la academia, en la cultura, en organizaciones ambientales y en diversas expresiones en pro de los derechos humanos.

Lamentablemente toda la izquierda mexicana, aún no se recupera del shock emocional referido líneas arriba, siendo incapaz de diseñar una propuesta viable de gobierno que mitigue algunas de las contradicciones del capitalismo, especialmente las ajenas a las capacidades propias de los individuos.

En concreto, la izquierda no ha podido dar una respuesta efectiva a los efectos perniciosos de la desigualdad de oportunidades, del ineficaz modelo educativo, del ineficiente sistema de seguridad social y de un sistema de administración de justicia incapaz de combatir la corrupción e impunidad.

Lejos de lo anterior, la izquierda oficial está más interesada por mantener prerrogativas económicas que el Estado le aporta y para ello su cúpula hace gala de pragmatismo ya que sin el menor recato se corrompe desviando recursos del erario -provenientes del trabajo de toda la sociedad- para crear una nueva casta privilegiada, una nomenclatura de elite que ondea banderas sociales y espeta discursos mesiánicos y populistas manipulando la marginación, repartiendo migajas entre los desposeídos generando fortunas para unos cuantos defensores oficiosos de las causas sociales, quienes no tienen empacho en catalizar antagonismos sociales contra el establishment al cual supuestamente combaten, pero con el cual sin pudor alguno negocian sus movimientos sociales a cambio de beneficios propios.

Por lo anterior, la izquierda del Estado difícilmente puede ofrecerle una alternativa viable de gobierno a los mexicanos, dados los vicios y deformaciones de su cúpula, tales como mesianismo demagógico, autoritarismo, intolerancia, falta de democracia interna, ausencia de ideología y pragmatismo, carencia de autocrítica, corrupción e impunidad en el manejo de recursos públicos y enriquecimiento notable, defectos sumamente arraigados que imposibilitan apostarle a su reconversión positiva.

La peor evidencia en contra de esta nomenclatura privilegiada que se ostenta como la izquierda mexicana, es su incapacidad para concretar acciones que resuelvan algunos de los problemas más sentidos de los marginados y vulnerables del país, a pesar de los multimillonarios recursos del erario que anualmente reciben; en cambio, ellos, sus familias y serviles cómplices si han superado la pobreza.

En la próxima entrega, se continuará con lo que se considera necesario para rescatar a una auténtica izquierda mexicana, capaz de lograr equilibrios sociales y de ser una opción viable de gobierno.

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