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Buscando remolinos en el mar

Por José Gómez Valdés*
sábado, 18 de noviembre de 2017 · 00:00

El saber que en la superficie del mar hay muchos remolinos de tamaño regular, digamos 100 km de diámetro, viene del siglo pasado, cuando las observaciones satelitales empezaron a ser populares. Los satélites comenzaron sistemáticamente a mediar la temperatura, el color y la altura de la superficie de los océanos en la década de los sesentas. Desde entonces sabemos que giros de tamaño regular, conocidos como remolinos de mesoscala, tienen mucha influencia en la forma y la fuerza de las grandes corrientes marinas, y son muy abundantes. Por ejemplo, la ruta de la corriente de California, el flujo que acarrea el agua fría que baña las playas bajacalifornianas, es alterada por la presencia de remolinos. Y como no va a ser alterada la ruta de las corrientes marinas, si los remolinos de mesoescala llamados anticiclones representan varias toneladas métricas de agua girando como giran las manecillas del reloj, los ciclones giran en sentido contrario al giro de las manecillas del reloj. Con respecto a su abundancia, se ha estimado que en un año pueden coincidir en los océanos alrededor de 1500 remolinos de mesoescala. Entre otros métodos oceanográficos de observación de los remolinos destaca el método de trazadores siguiendo al flujo; por ejemplo, un conjunto de pelotas de futbol hachadas al mar podrían muy bien trazar el movimiento circular de un remolino.

Sin embargo, los océanos son profundos, tienen entre ellos una profundidad media de 4000 km, aunque alcanzan en algunos lugares profundidades tan grandes como 10 000 km. Por ello, es natural preguntarse: ¿Hay remolinos de mesoescala profundos? La respuesta es sí, si hay remolinos que se forman a otras profundidades diferentes a la superficie. A diferencia de los remolinos detectados desde el espacio, los remolinos subsuperficiales son observados con sensores especiales que llevan los buques oceanográficos. De manera análoga a los satélites, los buques oceanográficos bien equipados pueden ir observando el interior del océano en su navegación. Pero, sigamos haciéndonos preguntas, por ejemplo, esta otra: ¿Podrían las pelotas de futbol servir como trazadores de los movimientos de los remolinos subsuperficiales? Aquí tendríamos dos respuestas: 1) no, si usamos los balones comunes, y 2) sí, si usamos balones adaptados a la densidad de las aguas profundas. Usando buques oceanográficos y trazadores subsuperficiales los oceanógrafos han podido observar remolinos profundos en los océanos. Dos ejemplos populares en oceanografía son los llamados Meddy y los Cuddy. Sus nombres se deben a los rasgos marinos que los forman. Los Meddy son remolinos subsuperficiales de mesoscala que se forman por el derrame de agua salada (pesada) en la boca del mar Mediterráneo y que viajan hacia el interior del océano Atlántico. En cambio, los Cuddy son remolinos subsuperficiales que se forman a la largo del borde continental de la península de Baja California, California, Oregon o Washington, y que viajan hacia el interior del océano Pacífico; su formación está relacionada a la corriente subsuperficial que acarrea agua salada de sur y norte a lo largo del borde continental. Recientemente, el uso de drones marinos y planeadores sumergibles ha disparado el número de observaciones de remolinos subsuperficiales. Falta saber cuántos se forman por año.

*El autor es investigador de Cicese

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