DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

Hablar, leer y escribir

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 2 de noviembre de 2017 · 00:00

Una preocupación muy frecuente de los padres es cuando el niño no habla y muy común, que aún en niños de menos de un año, los padres pregunten ¿Cuándo iniciará a hablar mi hijo?

Desde el nacimiento y hasta los seis años de edad, que es momento en que ingresan a la primaria, desde el punto de vista psicosocial, en esta etapa se adquieren las bases de socialización y construcción de su personalidad, por lo que es recomendable introducir a los niños en el mundo de las palabras, hablándoles frecuentemente, aún desde las etapas más tempranas, como ejemplo, explicarles las acciones que con ellos realicemos: te voy a bañar, toco tus piernas, te baño, cambio pañal, etc. Con estas sencillas acciones, estamos iniciando una sana comunicación verbal y mostrándoles respeto.

A donde quiera que vayan los niños, observan lenguaje escrito, a partir de ello y de la participación en actividades cotidianas, aprenden que los símbolos tienen un significado y las letras representan algo, aprenden los diferentes usos de la lecto-escritura.

Es común pensar que los menores aprenden a leer y escribir en la primaria y no es así. La alfabetización puede iniciar desde muy pequeños, aprenden de los sistemas de lectura y escritura; ellos no leen ni escriben de manera convencional, pero sí pueden tener conocimiento sobre esto, por lo que resulta conveniente promover el desarrollo de ciertas habilidades que serán necesarias para acceder satisfactoriamente a la lecto-escritura convencional.

Al leerles cuentos en voz alta, promovemos el desarrollo del lenguaje oral y posteriormente, escrito. Con esta actividad, promovemos la comprensión del lenguaje, consecutivamente las características de la escritura, con el objetivo final de propiciar el mejor desarrollo socioemocional y con la ganancia secundaria del gusto por la lectura.

Desgraciadamente, el leerles cuentos a los niños va quedando en el pasado y ha sido suplido por la televisión y más recientemente por otro tipo de pantallas, ocasionando en el menor alteraciones del sueño y en otros casos trastornos de ansiedad, dependiendo del contenido de los programas, y qué no decir de los modelajes que toman de las series a las cuales tan aficionados están sus padres.

Al leerles cuentos a nuestros niños antes de dormir, lo cual no sólo sirve para inducirlos al sueño, también nos está dando oportunidad de reforzar los lazos de unión padres-hijos. Cuando el niño escucha cuentos, se torna más reflexivo, combate sus propios temores, estimulamos su memoria e imaginación, desarrolla su capacidad de percepción y comprensión, se hará más sensible y empático con su entorno, aprenden a escuchar y expresarse, los tranquiliza y tienen sueños más gratos y reparadores. El niño aprenderá más palabras, su vocabulario será más amplio y este aspecto le ayudará posteriormente porque podrá leer mucho mejor y por consiguiente tendrá un mejor desempeño escolar.

Los padres que les leen a sus hijos, se ganan su confianza, lo que se traducirá para el futuro en una mejor comunicación, haciendo que el chico externe a sus padres las situaciones conflictivas, pudiendo orientarles y apoyarles.

Podemos empezar desde muy tempranas edades, no es necesario contar con un libro o cuaderno, usemos nuestra imaginación, se vale inventar historias; ahora, que si tenemos el recurso del libro, es un tanto mejor. Invítenles a que vean las ilustraciones, a que ellos hagan su propia versión y, sobre todo, háganles preguntas en relación a la lectura. Los padres, en la noche lo que quieren es descansar y qué mejor forma de relajarnos padres e hijos que con este magnífico método.

Un niño sano tiene todas las potencialidades para aprender lo que le enseñemos; aprenderá mandarín, griego, ruso o cualquier otra lengua si sus padres las hablan. El menor que crece en una familia de músicos, tendrá mayor facilidad de aprender música o cualquier otra arte si sus padres lo inducen y toma ejemplo de ellos. Las palabras convencen y el ejemplo arrasa.

Por más pequeño que sea su hijo acostúmbrese a hablarle de frente, haciendo contacto visual, a la misma altura de sus ojos. Si el niño obedece órdenes sencillas y comprende lo que le hablemos, su vía de entrada (oído) es buena, su vía de integración (cerebral) es completa, por lo tanto su aparato de salida (voz) no tendrá problema si le hemos enseñado en forma adecuada y el día de mañana nos preguntaremos ¿Y ahora, cuándo se calla?

Los niños aprenden lo que sus padres les enseñen, ellos son sus verdaderos maestros, lo demás, es mera socialización.

* Médico Pediatra. Represente APROLAM en Baja California
sicardi53@gmail.com

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