ECONOMÍA Y POLÍTICA

Izquierda sin futuro III (o una nueva con viabilidad)

Por Rolando Daniels Pinto
lunes, 20 de noviembre de 2017 · 00:00

Una de las maneras de aproximarse a la elaboración de un nuevo proyecto de izquierda para el siglo XXI es la exploración de las contradicciones entre democracia y mercado.

Jorge Arrate (político chileno)


La entrega anterior concluyó afirmado que la actual izquierda oficial difícilmente puede ofrecer una alternativa viable de gobierno, dados los vicios y deformaciones de su cúpula, siendo la peor evidencia de ello su incapacidad para concretar acciones que resuelvan algunos de los problemas más sentidos de los marginados y vulnerables del país, ello a pesar de los millonarios recursos recibidos anualmente.

Por ello, es necesario rescatar la auténtica izquierda, aquella con doctrina, ética, principios y valores; sin ella, difícilmente se podrán lograr los equilibrios sociales para mejorar las condiciones de bienestar de los mexicanos – tanto marginados como de clases medias – para aspirar a un país más equitativo.

Pare ello, se requieren ciudadanos honestos, honrados y sin temor al escrutinio, comprometidos con las causas sociales – sin distingo de condición social y económica – para las cuales están en posibilidad de encontrar soluciones viables en su favor, siendo incapaces de traicionar negociándola subrepticiamente.

Un verdadero militante de izquierda es íntegro, se respeta a sí mismo y a su familia, a la cual con dignidad y trabajo honesto protege y provee – muchas veces junto con su pareja – de sustento, salud y educación,transmitiéndole principios y valores; además, en su entorno social es un ejemplo a seguir.

No se le puede confiar los destinos de la nación y menos el futuro de los marginados a sátrapas conocidos. ¿Cómo poner a la célula primaria de la sociedad – la familia –bajo la tutela de gente sin escrúpulos, que sin pudor se atreven a destruir su propias familias para formar otras con sus amantes?

Además, un militante de izquierda es demócrata, no un autoritario; firme en sus convicciones, pero tolerante y respetuoso con sus opositores; debate ideas superiores, no discute bajezas; propone, no impone; se instruye permanentemente para evitar improvisar en la toma de decisiones trascendentes.

Es cierto, ser de izquierda en un sistema capitalista nunca ha sido fácil, menos cuando la democracia es endeble; pero en estos tiempos una persona de izquierda en México, aparte de probidad, requiere de inteligencia, astucia y preparación para comprender que su ideología ha sido debilitada, no sólo por la robustez del capitalismo, sino también por el pragmatismo y la corrupción de sus usurpadores actuales.

Seguramente los defensores de la izquierda oficial dirán que al resto de las fuerzas políticas les pasa lo mismo y, mutatis mutandis, es cierto; pero la particularidad es que a la izquierda le corresponde por definición y obligación velar por los marginados, cosa que su cúpula disimula muy bien, siendo un agravante a su pragmatismo y enriquecimiento basado en todo tipo de negociaciones a nombre de ellos.

Para que una nueva izquierda sea viable en México como opción de gobierno, debe remitirse a los orígenes de su ideología, entendiendo que las condiciones del capitalismo actual no son las mismas a las de su inicio, debiendo identificar el método de cómo arribar a una sociedad más equitativa y justa.

Emancipar a los marginados solo es posible dándoles la oportunidad forjarse su bienestar creando empresas de base social, formalizando a los micronegocios e impulsando entre ellos el cooperativismo y el asociacionismo, para que constituyan su patrimonio y accedan a financiamientos; es imposible emancipar a nadie con la estrategia clientelar y electorera de la actual izquierda pragmática y corrupta.

No es gratuito que la desigualdad en el ingreso sea menor en los países capitalistas desarrollados, donde se privilegia un sólido sistema de protección de la propiedad y en los que se promueve la responsabilidad social de las empresas; si es imposible eliminar las contradicciones del capitalismo, la emancipación depende de mitigar sus efectos negativos y ese debe ser el rol de la nueva izquierda.

rdanielspinto@hotmail.com
 

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