BAÚL DE MANÍAS

Dos damas, tres caballeros y una Coronela

Por Ma. Cristina Álvarez Astorga
martes, 21 de noviembre de 2017 · 00:00

Según relata el musicólogo (especialista en Silvestre Revueltas) Eduardo Contreras Soto, a principios de 1940 en México comenzó a surgir un movimiento dancístico, gracias en gran medida a las hermanas Campobello, pioneras de la danza moderna. Ellas bailaban, enseñaban a bailar y montaban ballets. Puedo imaginarlas, un poco aburridas después de la enésima puesta en escena de Coppélia (Leo Delibes, 1870) pensando en que seriamente necesitaban repertorios un chirris más modernos para renovar su repertorio dancístico. Por ese tiempo, el compositor español Rodolfo Halfter (1900-1987) acababa de llegar a México y, pácatelas, como dice el dicho: “Dios los cría y ellos se juntan”. Sí, ya sé que el dicho es para hablar mal de los malos, pero no se me ocurrió uno mejor para hablar bien de los buenos. Ya ve que soy como la Chimoltrufia y no me quejo. ¿Así o más claro?

Bueno. Pues resulta que, al terminar la guerra civil española, Rodolfo Halfter se trasladó a México, con todo y la familia, el perrito y el perico, porque en 1939 había recibido una invitación del gobierno mexicano. Entonces el hombre llegó, le gustó el país y decidió quedarse. Por cierto, como llegó justo cuando el movimiento nacionalista “iba ya de salida” y él era ya un compositor “hecho y derecho”, nunca le puso ingredientes folclóricos a sus obras. Él más bien desarrolló un estilo de contrastes rítmicos y tonales muy marcados, con acentos sincopados que recuerdan a Stravinsky y con inflexiones politonales que recuerdan a Milhaud. Ya después (en la década de los años cincuenta) le dio por adoptar elementos del serialismo, pero (por fortuna) nunca a costa de sacrificar su lenguaje esencialmente melódico. Por cierto, Crí-Crí, usted, y yo sabemos muy bien que “los conejos panaderos se levantan los primeros”, ¿verdad? Ah, pues una obra de Rodolfo Halfter que a mí me encanta se llama precisamente “La madrugada del panadero”. ¡Y no quiera usted oír otra cosa! Usted la puede checar en este link: http://bit.ly/2B865lU.

Pero, volviendo a las hermanas Campobello, con ellas fue con quienes Rodolfo Halfter fundó, en 1940 una compañía de ballet, la primera del país en música y ballet contemporáneos. ¡Y “adiós Coppelia”! Luego-luego (en mayo del 40) fueron con Silvestre Revueltas y le propusieron que hiciera la música de una coreografía, inspirada en grabados del fabuloso José Guadalupe Posada. Así nació “La Coronela”, su único ballet de grandes proporciones.

Para octubre de 1940 Revueltas ya tenía la parte de piano de tres de los cuatro episodios de la coreografía, pero la obra quedó inconclusa porque Silvestre se murió (a la mitad del estreno, en mero Bellas Artes, de “El renacuajo paseador”, otra obra para escena). Dejó inconcluso el último episodio de “La Coronela” (y sin orquestar la obra entera).

Usted y yo podemos escuchar “La Coronela” gracias a que el tercer caballero de esta historia, Eduardo Hernández Moncada y Limantour, hizo una muy atinada orquestación, muy “Revueltiana” ella. Y usted y yo podemos checar qué tal quedó, en este link: http://bit.ly/2AhUVxC. Interpreta la Santa Barbara Symphony, bajo la dirección de Gisèle Ben-Dor.

Y, abur.

bauldemanias@hotmail.com

 

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