LA OTRA HISTORIA

El retiro del carpintero

Por Lucía Garayzar*
miércoles, 22 de noviembre de 2017 · 00:00

Cuenta una conocida moraleja, que llegado el momento en el que un viejo carpintero estaba listo para retirarse de su vida laboral, le comunicó a su patrón sobre sus planes de dejar el trabajo en la industria de construcción de casas y vivir una vida más tranquila con su esposa y su familia. Sería obvio que extrañaría el salario que recibía, pero su momento había llegado, le esperaba una vida sin apuros y sin grandes compromisos.

El empleador se sentía triste al ver que uno de sus mejores empleados se retiraba y le pidió, como favor personal, que construyera una última casa. El carpintero dijo que sí, pero con el tiempo se notó que su corazón y su esfuerzo no estaban en el trabajo. Al seleccionar el material de construcción, escogió el de más baja calidad y no hizo bien su labor. Por increíble que parezca, fue la peor casa que había construido en su vida y también fue una manera infortunada de terminar su carrera.

Cuando el carpintero terminó el trabajo y el empleador vino a inspeccionar, le abrió la puerta al carpintero, lo invitó a pasar y le dijo: “Esta es tu casa, mi regalo para ti”. Asombrado el carpintero exclamo: ¡Qué lástima! ¡Qué arrepentimiento! “Si hubiera sabido que esta iba a ser mi casa la construyo de manera diferente”; para su mala suerte, ahora tendría que vivir en la casa que el mismo había construido y todo era un desastre.

Amable lector: cada tres o seis años según el caso, llega a nuestra comuna (ciudad, estado, país) un nuevo carpintero, regularmente siempre esperamos al mejor, confiamos en que será un buen restaurador, el mejor artesano, y damos por hecho que quien llega, tendrá el cuidado de resanar las grietas y lijar bien los botones que afean los trozos de madera dañada, que su antecesor al irse, olvido pulir.

Pero lamentablemente nunca es así, el carpintero que se va, regularmente siempre deja un desastre, ignorando que todo lo que construye se convertirá en su tarjeta de presentación y en el beneficio de quien lo contrató.

En los últimos años hemos visto pasar carpinteros de renombre, que lejos de utilizar el mejor material, se han dedicado a construir sin esfuerzo ni corazón. Al retirarse, a diferencia del carpintero de la moraleja, se van sin arrepentirse, con los bolsillos bien llenos, ¿y cómo no?, si cobraron como expertos ebanistas, además, se van pensando en lo injusto del patrón, orgullosos de su trabajo y convencidos de que en su carpintería, nunca nada se hizo mal.

* La autora es profesora

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