LA BUFADORA

Psicología política

Por El Mosquito
jueves, 30 de noviembre de 2017 · 00:00

Seguramente usted como este mosco estuvo buscando en los escondrijos del comportamiento humano las reacciones entre el virtual candidato del PRI a la presidencia de la república, José Antonio Meade, y los actores políticos que le rodearon el pasado 27 de noviembre, desde la ceremonia de presentación de su sucesor en Hacienda, José Antonio González Anaya, y del sucesor de este en Pemex, Carlos Alberto Treviño, aunque la nota fue la renuncia de Meade.

Vamos por tiempos.
El trending toping fue Meade en la red de Twitter muy rápido, casi tanto como las búsqueda del perfil de Manlio Fabio Beltrones y José Osorio Chong para saber qué decían en torno a ese evento, pero todos debieron esperar algunas horas, en especial por el de Osorio que llegó apenas 15 minutos después que Meade anunció su formal registro como aspirante a la candidatura presidencial del PRI. Mientras tanto, antes, nada. A Beltrones le seguimos esperando.

Tiene sentido entonces el denominativo de cargada, porque todos los secretarios del gabinete, de las cámaras y los senadores del PAN (nueva ala del PRI mientras dure la campaña y el periodo de Meade, si gana) lo felicitaron por… ¿su renuncia?

Por eso el tuit de Osorio Chong tiene más responsabilidad y respeto a los procedimientos y las formas.

No se trata de “que todos sabíamos para qué” renunciaba Meade, sino del respeto a las normas. Con todo y lo rancio, los discursos vanos y demagogos del pasado, antes al menos las formas respetaban las normas.

Mientras, el aspirante recorrió las sedes de los tres sectores y las cuatro organizaciones del PRI antes de llegar a la comisión de asuntos internos para documentar su pretensión de convertirse en candidato.

En el pasado, deberán recordarlo, los sectores del PRI se pronunciaban en torno al candidato (y casi siempre en su ausencia), en tanto ahora el aspirante fue a sus sedes a “pedir” el apoyo. Por cierto, en su calidad de simpatizante, Meade no tenía necesidad del respaldo de los sectores y las organizaciones para su registro. ¿Por qué lo hizo?

Bueno, no pensemos que coartó las posibilidades de otro militante en la competencia (porque los apoyos no se dan dos veces), sino que como simpatizante, lo primero que le urge es el respaldo de la militancia, la búsqueda de la unidad partidista. Que se logre o no a través de las dirigencias, ese es otro boleto.

Las preguntas
Bueno, ahora unos ejes de lo que habrá que esperar en el PRI. La primera pregunta, y ya se la hicieron con Loret de Mola en el matutino de Televisa, es su lealtad al presidente Enrique Peña Nieto.

La baja popularidad del mandatario, ya es tema generalizado, no será carga de campaña. Meade dijo que al presidente le debe gratitud. Evitó la palabra lealtad. La omisión es respuesta. Muy recomendable el video de la CNC del PRI durante el discurso de su dirigente, Ismael Hernández, cuando este se refiere a que Meade será la garantía de continuidad de las reformas de Enrique Peña Nieto. De los aplausos, Meade y presídium pasaron al rostro sombrío. Se notó.

Mientras, la pregunta está en todos lados. ¿Es Meade competitivo? Al menos se la cree o así lo manifiesta. El cinco veces secretario de Estado tiene discurso ágil, no hay hueco temático donde lo puedan tomar desprevenido respecto a políticas públicas esenciales. Por momentos, habla con la pausa propia de los monjes. No será el fajador de la contienda, sino el técnico. Muy parecido a Ernesto Zedillo, por cuanto a presencia, carácter y personalidad, vaya, hasta en la tecnocracia emanada de Yale.

Pero a diferencia de Zedillo, Meade no tiene vínculos con Baja California y aquí es donde ahora los politólogos escudriñan cuál será la tónica a esperar respecto a los candidatos a diputados federales y senadores.

Los enlaces de Meade en el estado (habría que agregar los de Luis Videgaray, el secretario de Relaciones Exteriores) seguramente serán quienes fungieron como delegados federales en esta entidad en las cinco veces que fue secretario de Estado. Por ahí comenzará, seguramente.

Mientras tanto, en las casas de enfrente, el PAN enfrenta una de las crisis más severas desde su fundación, independientemente del responsable, por el momento sucesorio y las ambiciones de los aspirantes. Sin un liderazgo político (como en el PRI y Morena), PAN y PRD sufren las consecuencias de las tribus, los larguísimos procesos y el desgaste, sangriento, para llegar a su destino final con la nominación de candidatos.

Morena y su dirigente, también aspirante (aquí no hay lío con que el dirigente sea el candidato) a la presidencia de la república, va por su tercera contienda y no lleva sus mejores números, aunque encabece preferencias, por ahora. Mejor estaba en 2006… y perdió.

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