PROYECTOVINO

“El vino en la pantalla grande”

Por Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 30 de noviembre de 2017 · 00:00

Un corredor de bolsa viviendo en una de las ciudades más vibrantes del mundo como lo es Londres, acostumbrado a una vida rápida, donde lo más importante es una posición, la cantidad de dinero que ganas, el tener el mejor auto, la mejor casa, la competencia diaria, lidiando con el estrés del trabajo, joven, poco ético, soltero, sin compromisos, manteniendo a capa y espada todo aquello que lo califique “bien” ante los demás. Hereda un château en medio de la tranquila y hermosa Provenza al sur de Francia. Donde pasó grandes momentos de su infancia al lado de su tío, un “bon vivant” (amante de la vida) que gozaba cada instante, cada cosa que hacía era para él un placer, el enamorarse, el comer y por supuesto el beber. El heredero llega a esta hermosa casona la cual necesita de un mantenimiento que no se le ha dado en años, se encuentra con las personas encargadas de la casa, personas felices, tranquilas y amables que le dan una cálida bienvenida. Al llegar descubre que este hermoso espacio incluye un viñedo que a pesar del poco cuidado sigue produciendo vino. Por azares del destino, el joven británico no puede regresar a lo que tiene en Londres y en cada paso del tiempo, se va llenando de recuerdos de esa su feliz y afortunada infancia al lado de su tío y lo que al principio resultaba fácil: Vender su herencia y retomar su ajetreada vida, cada vez se vuelve más complicado. Y como no, si después de pasar años con su estresante trabajo en una ciudad tan excéntrica, en este lugar, con su mágica luz crepuscular que ilumina de manera singular los atardeceres, de pronto se encuentra sentado en un café a la orilla del lago, viendo una película en blanco y negro musicalizada en vivo con violines y un piano de cola, bajo la luz de las estrellas y de los pequeños faroles que le dan un encanto a esta atmósfera por completo exquisita.

Este es el argumento de una de mis películas favoritas, A good year, con Russell Crowe y Marion Cotillard, película de Ridley Scott, comedia romántica que deja muy claro como el vino, aunque te resistas, te va envolviendo y enamorando.

El director basa la película en la subdenominación de Cotes du Luberon (donde él tiene su propio viñedo), un área cuyas vides se extienden a lo largo de más de tres mil hectáreas, donde el setenta por ciento de las variedades son de uva tinta. La mayoría de los vinicultores cultivan uvas que venden luego a cooperativas para producir el vino de mesa local (vin de pays) tal como se le denomina. Scott centró su búsqueda de locaciones para la realización de esta película en varios viñedos independientes que embotellan su propio producto. También buscó que el rodaje coincidiera con la temporada de cosechas en el viñedo, tratando aún más el entrelazar la trama de la película con la vida del vino.

Como muchas otras películas, ésta es una muestra de los grandes maridajes que se han logrado entre el llamado 7º arte y el arte de hacer vino. Los vinos mexicanos y la zona de Baja California han sido protagonistas en algunas de ellas y de las que próximamente platicaremos. Por lo pronto, espero haberles provocado el buscar y ver esta singular película que seguramente disfrutarán, y más aún si la ven acompañados de su vino mexicano favorito.

aracelivelazquez@proyectovino.com.mx
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