ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

Custodiar es conservar el patrimonio cultural

Por Luis Gabriel Razo Castro*
jueves, 14 de diciembre de 2017 · 00:00

Si uno se refiere al Diccionario de la Real Academia Española la palabra ¨custodio¨ proviene del latín custos, -ôdis. Que significa guardia. En México, generalmente esta palabra está asociada a los guardias de los centros de rehabilitación social (Cereso) o los guardias que trasladan valores. Pero también se aplica para los empleados del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que se encargan de salvaguardar el Patrimonio Histórico Cultural de la nación.

En una ocasión que asistí a un curso sobre señalética a la Zona Arqueológica de Teotihuacán, en la plática entre compañeros, uno comentó que según una leyenda urbana (a mí me pareció más rural), allá por los años cuarenta, los habitantes del pueblo de San Juan Teotihuacán ya cuidaban las pirámides, sin que nadie les pagara por hacerlo. Más tarde demandaron se les pagara por la actividad, para entonces ya había sido decretado el INAH (3 de febrero de 1939). Tal fue su demanda, que el mismísimo Arqueólogo Alfonso Caso -primer director general del INAH- fue a atenderlos y en ese momento los nombró los primeros Custodios de Bienes Patrimoniales en la historia del Instituto.

Actualmente el Instituto custodia 114 museos y 189 zonas arqueológicas. En enero de 2001 se reformó el nombramiento y pasamos a ser Custodios de Museos (mi caso), Custodios Nocturnos, Custodios Especializados de Museos y Custodios Especializados de Zona Arqueológica.

Ingrese a trabajar al Museo Histórico Regional de Ensenada como Custodio de Bienes Patrimoniales el 01 de noviembre de 1997. Según mis planes, yo solo estaría seis meses ahí. En ese entonces éramos solo el compañero Juan Huerta Campos y yo. Entonces se encontraba en exhibición permanente ¨Pueblos de Mesoamérica¨. Recuerdo que había unas vasijas originales en préstamo. Las crujías aun en su estado casi original de la época carcelaria. La segunda planta estaba aún sin habilitar. Al fondo, en la parte de arriba, estaban las casetas originales de los celadores, en el centro el ¨paso del gato¨. Desde entonces escucho comentar a las personas al pasar por el frente -esta era la cárcel… ¿Ahora qué es?- ¡Es museo! Les decimos desde la recepción. A veces entran con miedo, otras veces con mucha curiosidad. Otras tantas contando anécdotas de carne viva sobre cómo era, que estuvieron ahí, que sus parientes estuvieron ahí, que a su mamá o su padre le gustaba llevar alimento a los prisioneros. Algún gringo de entre seis décadas nos plática su osadía de orinar en vía pública solo para que los encerraran. Era la costumbre. El que no ¨visitaba la cárcel¨ no conocía Ensenada.

He sido muy curioso en las demás áreas del Instituto. Principalmente en museografía. Desde entonces he ido aprendiendo todo su proceso. He participado elaborando elementos museográficos como maquetas, bastidores, mamparas, bases y muebles de madera, desde el diseño, pasando por el corte, el acabado y el terminado. También cortando vidrio, armando capelos, ensamblando marcos, cortando ¨maría luisas¨ y enmarcando fotografías. Recibiendo y trasladando exhibiciones a Rosarito, Tijuana y Mexicali junto con el museógrafo arquitecto Luis Eduardo Carrillo. En resumen he colaborado de distintas maneras en más de treinta exhibiciones de distintos temas. Las más interesantes ¨Un fémur de perezoso¨. Un par de ¨Cruces de la época misional¨ en Baja California. Los restos del ¨Mamut¨. ¨El Galeón de Manila¨ a escala. La exhibición de arte contemporáneo del ¨Campamento de arte¨. La última fue la exposición permanente en el Museo de Sitio ¨Campo Alaska¨ en el poblado de la Rumorosa “Maija Awi”, misma que puede ser visitada de miércoles a domingo, con entrada libre.

* Custodio especializado de museo Inah-BC

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