POR SI LAS MOSCAS

Ley de Seguridad

Por Laura Monzón
viernes, 15 de diciembre de 2017 · 00:00

Uno de los temas más controversia están generando en estos días es la Ley de Seguridad Interior, propuesta por el PAN y el PRI durante el último tercio de 2016.

A pesar de que muchos imaginaban que esta iniciativa no saldría adelante, la semana pasada, la Cámara de Diputados avaló dicha ley con 248 votos a favor, y los senadores están por aprobarla, aunque con ciertos cambios en la redacción hechos por las comisiones. Como sea, la ley va porque va.

Por supuesto que los reclamos de ciertos sectores de la población no se hicieron esperar, bajo el argumento de que se abrirá la puerta a la militarización del país y se acrecentarán las violaciones a los derechos humanos, como si la ley por sí misma fuera a concederle a los soldados la atribución de pasearse por las calles y agravar al que se les ponga enfrente.

Su mejor ejemplo, bastante alejado de la realidad mexicana, es la experiencia de otras naciones, que por cuestiones de dictaduras y golpes de Estado militares, sus habitantes han sufrido la represión de las fuerzas castrenses.

En el caso mexicano, la idea original de por qué se hizo esta iniciativa de ley, según las palabras del panista Roberto Gil Zuarth, uno de los creadores, es “por la sencilla razón de una crónica debilidad de nuestras instituciones policiacas; al mismo tiempo, por la letal incursión del crimen organizado… y el aumento de la violencia en nuestro país”.

El gran problema de México es que las policías no están lo suficiente preparadas para poder llevar a cabo sus funciones, además de que, en muchas zonas, han sido corrompidas por la delincuencia.

Por tal razón, es fundamental que la federación invierta más en Seguridad Pública, para poder depurar las instituciones policiacas y que los agentes que sí merecen su puesto tengan la preparación, el apoyo y el equipo para poder cumplir de manera cabal sus funciones. Si no, las cosas irán de mal en peor con o sin la Ley de Seguridad Interior.

Varios creen que las Fuerzas Armadas mexicanas son de adorno y sólo deben salir a las calles en los días de fiestas patrias, para desfilar con la cara pintada de Rambo y sus fusiles relucientes al hombro, sin considerar que su función es garantizar la seguridad interior, así como defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación.

Pareciera que esos varios no se han dado cuenta de que el narcotráfico y el crimen organizado se han vuelto un problema de seguridad nacional bastante delicado.

La famosa ley no le va a conceder a las Fuerzas Armadas atribuciones que no le corresponden, como dedicarse a reprimir manifestaciones o detener transeúntes en cada esquina, sino que dará un marco jurídico a su presencia en las calles cuando sea requerida, situación que hemos visto desde 2006, año en que salieron de los cuarteles.

Como dice el artículo 11 de dicha ley: el presidente de la república podrá ordenar por sí o a petición de las entidades federativas la intervención del Ejército y la Marina en zonas de conflicto.

Dentro de la misma ley, el artículo 18 dice que: en ningún caso, las acciones de seguridad interior que lleven a cabo las Fuerzas Armadas tendrán por objeto sustituir a las autoridades de otros órdenes de Gobierno en el cumplimiento de sus competencias, actuación que, según el artículo 15, tiene un plazo que deberá fijarse y no podrá exceder de un año.

Así que pueden quedarse tranquilos quienes creen que van a ver a los soldados parados en el crucero haciéndola de policías de tránsito, que eso no va a suceder.

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