LA BRÚJULA

Cinismo

Por Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 18 de diciembre de 2017 · 00:00

Empiezan las campañas políticas y ya el cinismo se presenta. Dicen que el cinismo es: La actitud de una persona, personas o instituciones que mienten con descaro y defienden o practican de forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación.

Como simple ciudadano, porque no soy un experto en política, no soy polítólogo pero sí un opinador con derechos al igual que los demás ya que mi voto también habrá de contar.

Para mí un partido fuerte que se ve en la necesidad de hacer alianzas el mensaje que nos manda es que su desempeño fue malo. Otra de las razones es que haya hecho a un lado doctrina, principios y valores y el pragmatismo sea su nuevo paradigma. Otra razón es que lo único que le importa es llegar al poder o en su caso que le corresponda algo del pastel que está sustancioso en sueldos y oportunidades.

Decía por ahí un anuncio que “quien no tranza no avanza”. Más en instituciones que están o deberían estar al servicio del pueblo pero en la realidad lo están de partidos tirando por el fango la dignidad de su investidura. ¡Qué vergüenza!, ¡qué decepción? La justicia se hace invisible para permitir la compra de votos. Y qué desilusión ver que quienes los venden son los que deberían dar muestras de moralidad, palabra que ya no existe en su diccionario, es sustituida por plaza, doble plaza y significativos aumentos salariales. ¿En manos de quiénes están nuestros hijos?

¡Qué insulto para la inteligencia del pueblo! Un pueblo al que se le ve como irracional y que sólo tiene derecho a ladrar o gruñir como ser carente de razón.

¿Qué son las campañas políticas?, ¿escenarios para prometerle al pueblo lo imposible o para mentirle en su propia cara?, ¿Habrá candidatos honestos en medio de mercenarios de la política que verdaderamente quieren el bien de México? Hay que buscarlos y encontrarlos y si los hay, para votar por ellos.

No faltarán los demagogos que hacen uso de halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política.

El despilfarro de dinero cuyo dueño es el pueblo pero que no tiene poder de decisión sobre su uso…¡Qué paradoja!

Ve uno fotografías de funcionarios (no todos) y pareciera que ve uno fotografías de mercenarios, hombres y mujeres, carentes de moral de ideología y que sólo los mueve la ambición del dinero, dinero mal habido.

Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre el México envuelto en la impunidad, corrupción, violencia, y dolor que ya quisiéramos haber superado.

¡Pobre México! Tan lejos de la moral de sus valores y tradiciones y tan cerca del utilitarismo, el relativismo y la brecha cada día más grande de la desigualdad y la miseria.
 

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