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Cuando rendirse es lo mejor

Por Jorge A. Meléndez
viernes, 22 de diciembre de 2017 · 00:00

”La mayor debilidad es rendirse. El éxito seguro viene tras intentarlo una vez más”. Esta frase de Tomás Alva Edison ejemplifica la actitud típica en relación a darse por vencido. Algo asociado a un perdedor.

Sin embargo, a veces abandonar una lucha es lo mejor.

¿Cuándo es mejor darse por vencido? Revisemos un artículo interesante de Ellen Chisa de la revista “First Round Review”.

Chisa acababa de terminar su primer año en MBA en Harvard cuando le llegó la oferta de trabajo ideal. Decidió dejar sus estudios: “podría regresar la maestría después, pero la oportunidad era única”, explica.

No era la primera vez: la joven había cambiado ya 3 veces de trabajo. Le comparto 8 lecciones de esta chava experta en rendirse:

1. Cuando no se puede arreglar. Tras mucho tiempo en un mismo rol se pierde la perspectiva. “Sabes que algo está mal, pero no cómo arreglarlo”. Quizá sea tiempo de cambiar.

2. Que no lo secuestre la impaciencia. A veces la desesperación empuja a rendirse, pero hay que identificar las razones reales. Si no, la decisión puede ser apresurada y errónea.

3. Poner una fecha límite (para rendirse). Ayuda a crear un plan de ataque y reflexionar lo que sucedió en ese intervalo. Asociar la fecha con una pregunta. Ejemplo, tras 6 meses en un nuevo puesto: ¿estoy más contento(a)?

4. Recuerde, es su historia. Que no lo bloquee el temor a fallar. El pasado no debe determinar acciones futuras. Se aprende de todo (relea “Fracasar para triunfar”).

5. Aprender a decir NO. Decir SÍ a todo limita éxito y logros. El que mucho abarca... Adoptar “la regla del 80 por ciento”: dejar 20 por ciento del tiempo para explorar nuevas avenidas.

6. Crear el “destino ideal”. En el rol actual y en la etapa de vida en la que esté. Crear un mapa físico escrito, por ejemplo con “Post-its”. Metas personales y acciones.

7. Manos a la obra. Para extraer lo más que se pueda del rol actual y tomar acciones de cambio o para rendirse y pasar a lo que sigue. Al ponderar cambiar, recomienda una perspectiva futura y preguntar: ¿lamentaré dejar (o quedarme) en “X”?

8. Aprender del pasado y enfocarse al presente. ¿Se rindió? A lo que sigue. Pero aprendiendo. Acción y reflexión.

Interesantes y prácticas. Detengámonos en el punto dos, pues la impaciencia es EL enemigo a vencer al pensar abandonar algo.

Hay que identificar correctamente las causas raíz de la frustración y el estancamiento. Si el diagnóstico es incorrecto, también lo serán las acciones. Quizá no hay que rendirse, sino cambiar de tácticas.

Para hacer un buen diagnóstico, responda las siguientes preguntas:

a) ¿Qué es exactamente lo que está mal? Cree una lista detallada. Haga un primer draft y ajústelo con una observación empírica de unas dos semanas.

b) ¿Qué SÍ está bien? Similar al anterior. Para evaluar sin exagerar. Balancear. Panorama completo.

c) ¿Qué puede cambiar para mejorar el problema? Quizá existe una solución. Reflexionar antes de actuar.

d) ¿Cómo le hacen sus pares? Aprender en cabeza ajena.

e) ¿Puede buscar consejos con alguien que respete? Nunca es mala idea tener un mentor. OJO, que sea de confianza. Sobre todo si su problema involucra a superiores.

f) ¿Qué opciones de movimiento interno hay? Quizá otros departamentos. Para esto es clave tener un buen network, que por cierto hay que construir cuando las cosas van bien.

g) ¿Qué opciones de movimiento externo existen? Dicen que el pasto siempre se ve más verde en el jardín del vecino. Perfecto, pero lo peor sería quedarse sin jardín. ¡No saltar si no se puede brincar la barda!

Es cierto. A veces rendirse y cambiar de pista es lo mejor.

Ojalá le sirvan los consejos. Rendirse puede ser bueno, pero si se hace deliberadamente. Con análisis de por medio. ¿Cómo la ve?

En pocas palabras
“No hay hombre más desdichado que el que nunca probó la adversidad”.

Demetrio de Falerea, filósofo griego.
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Twitter: @jorgemelendez
 

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