ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

Entre huesos, documentos e historias de vida

Por Mtra. A.F. Martha E. Alfaro*
jueves, 28 de diciembre de 2017 · 00:00

La cercanía con el fin de año calendárico suele llevar a la reflexión y el autobalance, solemos aprovechar estas fechas para hacer un recuento de lo bueno, lo malo o las lecciones aprendidas. Originaría de La Paz B.C.S. emigré a la ciudad de México a finales de los noventa a estudiar antropología física y en enero próximo cumplo quince años de trabajo dentro del INAH. Desde 2010 radicada nuevamente en la península. Me ha tocado vivir en esta noble institución invaluables experiencias y diversos cambios, como la adhesión a CONACULTA y actualmente a la recién creada Secretaría de Cultura. Si bien a lo largo de estos años los presupuestos para la investigación se han visto afectados enormemente por las diversas reformas estructurales políticas y económicas por las que ha atravesado el país, las temáticas de investigación han crecido exponencialmente pasándose del análisis morfo-métrico tradicional a la investigación multidisciplinaria, que ha permitido a la antropología física incursionar en nuevas metodologías y técnicas como las químicas, genéticas, entre otras, ampliando con esto el conocimiento sobre poblaciones antiguas.

Mi pasión por los viajes y el conocer culturas distintas indudablemente fue influenciado en gran parte por mi padre, quien durante varias décadas de su vida se dedicó a recorrer diversos lugares del centro y sur de México, como parte de su trabajo dentro de una delegación de la CTM; durante las vacaciones de verano de mi infancia me encantaba acompañarlo en sus viajes a increíbles sitios como fábricas textiles en la cdmx, empacadoras Aguacateras en Michoacán o haciendas plataneras del istmo Oaxaqueño. Con él conocí por primera vez personas que hablaban lenguas nativas, incontables edificios históricos, museos, zonas arqueológicas y diversas tradiciones culturales del país.

En mi trabajo he participado en múltiples excavaciones y rescates arqueológicos; he pasado miles de horas en osteotecas limpiando, restaurando y analizando restos óseos de distintos estados y temporalidades que van desde 1200 a.C. a 1700 d.C. Otras tantas horas consultando importantes archivos históricos y conviviendo con gente maravillosa. Estudiar a grupos humanos del pasado es como unir pequeñas piezas de un gran rompecabezas.

Cada población, cultura, temporalidad y contexto es diferente e igualmente rico a los ojos de la investigación. Como algunas de las experiencias que han marcado mi formación pueden mencionar 1.la excavación en la que participé, un convento franciscano del siglo XIX de Tlaxcala en donde después de horas de excavar minuciosamente cm a cm, lo primero que vi fueron los incisivos centrales superiores, es indescriptible la emoción que sentí de toparme con alguien que había vivido siglos atrás, pensé para mí misma ¡WOW el individuo me sonrió! y emocionada le devolví la sonrisa. 2. La primera vez que analicé esqueletos de cazadores-recolectores de B.C., provenientes de cuevas funerarias del Cabo B.C.S. -la tierra de mis ancestros-, no podía creer la belleza de sus huesos teñidos de rojo y la impresionante complejidad de sus rituales funerarios. 3. La excavación en la pirámide de la Luna en Teotihuacan, estar en su interior y ver por primera vez la enorme cantidad de objetos ofrendados, no pude evitar maravillarme de la riqueza cultural de los grupos prehispánicos del centro de México. 4. La experiencia con las ONG de Guatemala que me permitió entender el valor de la antropología forense y su importante papel en la identificación de desaparecidos y el cierre del ciclo de duelo.

México es un país de gran riqueza, y durante más de 70 años el INAH ha hecho una invaluable labor de cuidado y estudios para disfrute de su población.

* CinahBC-BCS
 

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