Otro año más… o menos

Otro fin de año, el calendario languidece con las pocas hojas de los pocos días que le quedan a este 2017.

Todo lo posible pasa en trescientos sesenta y cinco días, el recuento le va dejando a uno cada vez menos “hubiera”. La edad ayuda.

Las reflexiones giran alrededor de la salud y la familia.

Los arrebatos de grandeza o trascendencia intelectual toman dimensiones menores.

Buscamos en la memoria y el afecto y quedan los amigos justos con quienes el corazón se alegra sin esfuerzo.

Cada final es una despedida, en cada adiós hay también dolor.

El día perdido entre tantos, el deseo guardado para mejor momento.

Otra vez la ansiedad que causa la incertidumbre.
Un año que deja su historia en una biografía que sólo uno escribe.

Versos mejor pensados que escritos. Escritos sueltos en hojas olvidadas de inmediato.

De nuevo una lista de intenciones cada vez más corta, más posible, dejada un año más para cumplirla.

De igual modo la sorpresa de encontrarnos cualquier día entre saludos y voces de alegría, de estreno.

Lo inesperado llega a conmovernos y sonreímos con facilidad cordial.

Un año nuevo y otro viejo ocurren cada día. Dormimos y el ayer se aleja para despertar hacia amaneceres nuevos.

La vida surge en terrenos buenos, pero igual se empeña en nacer entre el concreto hostil.

Así de simple, así de extraño.
El pasado está a horas de distancia, el futuro también, el presente no alcanza para entender la vida, es un instante.

Vivimos en transición constante, en ese suspiro me sostengo optimista, solamente vivo.