LA BRÚJULA

¿Hasta qué punto? (Guerra nuclear)

Por Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 4 de diciembre de 2017 · 00:00

Bombardeados todos los días y a todas horas por un sinnúmero de información bélica que nos llega por todos los medios a nuestro alcance, me pregunto: ¿Hasta qué punto hemos tomado conciencia de los cambios que se están presentando en nuestro mundo en materia de seguridad?

Corea del Norte perfeccionando día a día sus misiles intercontinentales que nos aproximan a una posible conflagración nuclear de consecuencias inimaginables.

Por otra parte, los Estados Unidos y sus aliados sintiéndose amenazados y haciendo movimientos estratégicos militares para poder responder a un posible ataque y ambos países con discursos cada día más agresivos haciendo aún más tenso el clima político.

Si vemos los perfiles de los mandatarios tanto de Corea como de Estados Unidos despiertan en nosotros un elevado grado de preocupación, porque ninguno de los dos son amantes de la paz y están enfermos de poder y de odios motivados por su formación o deformación.

Me vuelvo a preguntar: ¿Cómo es posible que la vida de pueblos enteros puedan depender de la decisión de unos pocos o de un par de locos?

En sus viajes Trump vendió armas a Arabia Saudita y a otros países por millones de dólares y Corea invirtiendo a costa de su pueblo.

¿Estamos volviendo a la guerra fría buscando disuadir a través del armamentismo?

Estos asuntos tienen un gravísimo problema moral.
Leía hace unos días los Documentos del Concilio Vaticano 11 que terminó en 1965, y en la Constitución “Gaudium et Spes” que reflejan el pensamiento y la preocupación de la Iglesia Católica y citaré algunos renglones que fueron motivo de seria reflexión hace 52 años, y que no pierden vigencia y que nos presenta a una institución que no está de espaldas al mundo sino inserto en él y preocupado por él.

Cito: “El deber de mitigar la guerra-Frente a la extensión de la guerra y de sistemas bélicos inadmisibles, El Concilio llama la atención sobre el valor inmutable del derecho natural de gentes y de sus principios universales.

En otra parte dice: “Mientras exista la guerra y no haya autoridad internacional competente, no podrá negarse el derecho de legítima defensa…” Me pregunto: ¿Las Naciones Unidas que tanto han servido? ¿El Consejo de Seguridad que logros ha tenido?

El documento de la iglesia dice sobre La guerra total: “Las acciones militares si se llevan a cabo con los medios modernos, superan con mucho los límites de la legitima defensa, incluso podrían provocar la casi destrucción recíproca… (Y esto lo dijeron hace 52 años y la sofisticación del armamento hoy día es terriblemente superior).

Y continúa diciendo el documento: “Este concilio reiterando las condenaciones ya pronunciadas contra la guerra total, declara que todo acto de guerra que tiene como objeto la destrucción de ciudades o regiones enteras es un delito contra Dios y contra la humanidad. El Concilio recuerda a los jefes de Estado y a las altas jefaturas de los ejércitos su responsabilidad”

Sigue el documento: “Es necesario dedicarse a preparar el tiempo en que una autoridad universal reconocida por todos y con medios eficientes pueda garantizar a todos los pueblos la seguridad y la tutela del derecho... y procediendo a un desarme no unilateral, sino común, basado en acuerdos mutuos y con seguras garantías.

En otra parte continua: “guardándonos, sin embargo, de la ilusión de que la paz pueda ser establecida por la buena voluntad de unos pocos y no precisamente por la disposición pacifica de los pueblos. En tanto que subsistan el desprecio, la desconfianza, el odio racial no podemos tener paz. De aquí la necesidad urgente de una renovación de los espíritus”.

Bien se dice que hay que cambiar el corazón del hombre para cambiar lo demás.

Cuando el Papa Francisco viajó a Palestina e Israel no fue a vender armas. Lo que busca es la paz, esa hermosa y bellísima expresión de “La paz sea con vosotros”. Habló con los Presidentes de ambos países y los invito al Vaticano y los dejó solos para que dialogaran y frente al Muro de los Lamentos estuvieron los representantes de las tres religiones monoteístas.

Pareciera que la predicación de los Papas ha sido en el desierto de esos corazones áridos que no han querido escuchar y porque en otros países los intereses económicos pesan y cierran los oídos y el entendimiento de los posibles interlocutores.

Pobre el pueblo estadounidense, el Coreano, el Chino, el ruso, y un largo etcétera. Pueblos hijos de Dios que dependen de hombres que hacen uso injusto de una autoridad que les fue concedida por el pueblo para hacer el Bien, protegerlo y no destruirlo.

¿No te preocupa a ti católico que la voz del Papa no sea escuchada o si lo es no se le tome en cuenta a pesar de la autoridad moral que tiene y el que nosotros con nuestro silencio avalemos el mal que atenta contra la humanidad?
 

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