ESPEJO Y VENTANA

Otro golpe de Trump a la comunidad internacional

Por Renata Mercado López
jueves, 7 de diciembre de 2017 · 00:00

Los territorios actuales que comprenden los Estados de Israel y de Palestina, han sido escenario de un conflicto internacional que se ha prolongado a lo largo de las últimas décadas. A partir de 1948, con la creación del Estado de Israel, se desencadenó un conflicto regional entre los grupos musulmanes que habitaban en el territorio de Palestina y los judíos que habían regresado al mismo territorio. Este conflicto se ha extendido a lo largo del tiempo y del globo, pues ha sido un tema permanente en la agenda internacional y tiene presencia en los diferentes escenarios internacionales. Uno de los países que ha tenido una mayor presencia en esta región, debido a la fuerte alianza que posee con el Estado de Israel, son los Estados Unidos de América.

Existen diferentes núcleos geográficos de mayor conflicto en este territorio; no obstante, uno de los sitios más problemáticos y complejos es la ciudad de Jerusalén. En la ciudad de Jerusalén convergen las tres principales religiones universales, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam; ya que en ella se encuentran localizados sitios centrales para cada religión. Es por ello que tanto Israel como Palestina han reclamado su soberanía; y a pesar de que Israel ha establecido a Jerusalén como su capital, este hecho no ha sido reconocido por la comunidad internacional. Es por ello que dentro del conflicto Israel-Palestina, el núcleo de Jerusalén se ha convertido en un tema ante el cual la comunidad internacional se ha esforzado en mantener una visión neutral y se ha reconocido a la ciudad de Tel Aviv como la capital de Israel.

Siguiendo su impulsiva política exterior y una diplomacia orientada hacia un discurso interno que satisfaga a sus electores- sin tomar en cuenta las consecuencias que podrían provocar sus decisiones- el Presidente Donald Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y dio inicio al operativo para trasladar la embajada estadounidense a esta ciudad. Esta medida, que llevó a cabo a pesar de las múltiples advertencias, encendió una nueva chispa en el conflicto y repercutirá profundamente en las relaciones de Estados Unidos con los países árabes de la región.

Anteriormente, a través de una ley aprobada por el Congreso Norteamericano en 1995, se había establecido que la embajada estadounidense se trasladaría a la ciudad de Jerusalén. No obstante, debido a las implicaciones que tendría este hecho en las relaciones diplomáticas de este país con el mundo árabe y la amenaza que representaba para su seguridad nacional, los presidentes anteriores habían postergado este cambio de sede. Fiel a la política interna y externa, Trump decidió romper con dicha tradición y al atacar el símbolo de la ciudad de Jerusualén. El efecto desestabilizador de esta decisión ya comenzó, el grupo islamista de los Hamas tomó este hecho como una medida que atenta contra la paz; además, el presidente de Turquía, manifestó la posibilidad de romper relaciones diplomáticas con la Casa Blanca.

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