#Columna

LA BRÚJULA

lunes, 19 de junio de 2017 · 00:00
Rescata ese baúl lleno de recuerdos

(Al Padre ausente y a quienes viven)
 

Hoy lunes se la dedico a mi padre nacido en Ensenada quien si viviera tendría 129 años.
La imagen que tengo de él es casi la de un abuelo, era mayor que mi madre 19 años y falleció a los 67 años cuando yo tenía 14 años en 1955, una edad difícil en que se les necesita mucho.
Nació en 1888 en Ensenada y lamento mucho el no haberlo tratado estando yo más maduro para haber escarbado en su vida y haberme enriquecido de sus vivencias, mucho pudo haberme platicado de la Ensenada de fines del siglo antepasado y hasta mediados del siglo pasado, lecciones vivas que mucho hubiera valorado.

Al padre ausente
Hoy evoco tu recuerdo con un sabor de frustración, porque ya no siento la cercanía de tu rostro paternal, las caricias de tus manos que el tiempo de tu existencia ya había ajado y quizá ya vuelto algo torpes ante la ausencia de la elasticidad ya pasada...
Cómo me han hecho falta tus consejos, tesoro que no me fue dado poseer y por ello mendigué en otros seres para llenar ese vacío que mis años mozos requerían para mi formación, ayuno del alimento de tu sabiduría, producto de tus triunfos y fracasos.
Recuerdo tu abundante cabellera blanca como la nieve, tu elevada estatura que tenía la grandeza de tu alma; no olvidaré tu mano firme que muchas veces me reprendió, pero tampoco esos momentos en que arrepentido te acercabas a mi para prodigarme una caricia y decirme con tu actitud: "hijo a pesar de mi proceder mucho te amo”.
Si hoy te tuviera como iba a disfrutar sondeando el baúl de los recuerdos de tu memoria, para que me hablaras de tus vivencias, tus anhelos y esperanzas, de los frutos recogidos en tu camino. Si en algo fallaste conmigo yo te perdono porque aún ausente te amo y como cristiano espero un reencuentro contigo. Si yo te fallé, estoy seguro me habrás perdonado porque tu corazón era como un infinito horizonte de amor paterno.
Tus hijos, nietos y biznietos tenemos mucho de ti en nuestro Ser; bendito Dios, creador de las leyes de la genética; bendito Cristo, creador de nuestras almas; bendito cielo, que hizo de nosotros por la herencia amalgama que contiene tu presencia...
Ensenada, la amada tierra que te vio nacer, que sintió tus primeros latidos y los pasos de tu niñez, su cielo, su mar y sus cerros fueron testigos de ilusiones que acariciaste y hoy su cielo, su mar y sus cerros son testigos mudos del amor que cosechaste...
A mis hijos les hablo de ti y les he enseñado a amarte y se que hubieran deseado conocerte porque siempre les dije que habías sido un gran hombre, un gran tipo.
Este día recibe el amor de tu hijo que orgullosamente siente correr en sus venas el flujo de tu Amor…
Estimado lector: Si aún lo tienes, valóralo, necesita muestras de amor, escúchalo, de seguro es una historia viviente que esta esperando la oportunidad de que a través de la palabra afloren todas sus vivencias, producto de su historia personal y social. Graba sus conversaciones y en ellas rescata los antecedentes familiares, vuélcate al pasado y rescata tus raíces, haz que esa historia viviente, que es tu padre, desparrame el fruto que hay en el, no hagas estéril la última etapa de su vida dejándolo en el abandono, en el olvido, después...te pesará.
 
Por:
Heberto J. Peterson Legrand
petersonheberto@live.com

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