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ESPEJO Y VENTANA

lunes, 19 de junio de 2017 · 00:00
La violencia en contra de nuestro futuro

Con el Índice de Desarrollo Humano, creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la última década del siglo XX, se planteó un indicador universal, multidimensional y a la vez fácil de utilizar con el fin de medir y comparar el índice de desarrollo de los países, ya sea entre ellos o a lo largo del tiempo. El Índice de Desarrollo Humano mide tres diferentes dimensiones: una vida larga y saludable, el acceso a la educación y un nivel de vida digno. Las dos primeras dimensiones son a su vez medidas por distintos indicadores: la esperanza de vida al nacer, los años promedio de instrucción y los años de instrucción esperados. 
El IDH no sólo planteó una visión transformadora en la forma en la que los Estados miden su progreso, sino que demostró que la mejor forma de medir el desarrollo de un país es a través de la calidad de vida y las oportunidades a las que tienen acceso los más vulnerables de una sociedad: los niños. Tomar a los niños como la base del desarrollo de un país no sólo significa medir al sector con mayor vulnerabilidad, sino que también representan el grupo poblacional que determinará el futuro de una sociedad. 
En el 2015, la Organización de las Naciones Unidas creó la Agenda 2030 para el desarrollo, en la que se plantearon 17 objetivos primordiales que los Estados miembros se comprometieron a cumplir. Estos objetivos llevarían a los Estados a no sólo alcanzar el desarrollo dentro sus países, sino que a través de la cooperación internacional se fomentara el desarrollo regional y/o global. Sólo 3 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable, no hacen referencia a los derechos, oportunidades y servicios básicos de los niños, niñas y adolescentes; pues sólo una sociedad que ofrezca seguridad, protección y oportunidades de desarrollo social y económico para los más pequeños, podrá sobrepasar el umbral en el que se encuentran los países en vías de desarrollo. 
Es por ello que unos los mayores problemas y obstáculos para el desarrollo de una nación, es la violencia en contra de la niñez. La violencia en contra de los niños no sólo representa una violación constante de sus derechos; sino que al mismo tiempo está acompañada por graves carencias de servicios y necesidades básicas para una vida digna: salud, educación, alimentación, techo y seguridad. En diferentes países y regiones, los niños, niñas y adolescentes experimentan diversos tipos de violencia que amenazan su vida y futuro. Ya sea mediante violencia intrafamiliar, castigos corporales, matrimonios forzados, explotación laboral, bullying, mutilación genital y otras formas de violencia, como el secuestro y abducción de los niños para formar parte de ejércitos y guerrillas; los derechos de los niños son violados de forma constante a lo largo del globo. La violencia en la niñez provoca daños irreparables en el desarrollo de los más pequeños, ya sea física como social o psicológicamente; amenazando no sólo su futuro, pero también el de la sociedad en la que viven. 
Si los niños, los más vulnerables, son la base para medir el desarrollo actual de un país y también el progreso que éste podrá alcanzar en el futuro; deben formar parte de las prioridades de todos los estados, crear estrategias nacionales, regionales e internacionales que permitan garantizarles a todos los niños, niñas y adolescentes una vida sin violencia. Un país que no invierte en su infancia y juventud, no podrá alcanzar progreso alguno.

Por:
Renata Mercado López
renatamercado8@gmail.com

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