Columnas
Ajedrez público
Por Alfonso Torres Chávez
Setenta y más
Alfonso Torres Chávez
La historia deja grandes lecciones. Si Trump es el presidente más impopular en setenta años, muchas cosas habrían de cuestionarse. Su gran capacidad de proferir insultos contra todo mundo es el ejemplo más claro de que tenemos graves problemas con la imagen de Estados Unidos en el mundo.
La xenofobia de Trump es también otro de los problemas con los que debe cargar el presidente; se olvida de que el sostenimiento económico de Estados Unidos se debe en gran parte a la gran capacidad de trabajo de los extranjeros que residen ilegalmente en el país, que en un porcentaje importante son mexicanos.
Hoy, en la era Trump es un problema solicitar un pasaporte, que se apruebe una solicitud de cualquier servicio público.
Los porcentajes no mienten, y se si le suma la popularidad maltrecha de un personaje sin ningún talento político para una de las posiciones que más requiere talento estamos en problemas.
Nadie se ha atrevido a hacer un análisis frío de la era Trump en Estados Unidos. Hace unos días un analista político de renombre en Estados Unidos hizo un recorrido rápido de la popularidad de los presidentes, desde George Washington. Es decir, que además de sus grandes destrezas diplomáticas Trump ha destruido por completo la imagen del presidente de los Estados Unidos, que al menos durante una buena parte de la historia constitucional guardaba ciertas formas de lo políticamente correcto.
El problema de Trump es la falta de tacto político. Es la única forma de guardar correctamente las formas, que por supuesto el presidente desconoce.
Las agresiones seguramente se van a repetir, porque todavía queda un trecho largo del gobierno de Trump.
La solución a los problemas que se provoquen durante este periodo de cuatro años, será por demás compleja para el político que ocupe la presidencia el próximo periodo.
Haciendo retrospectiva no tenemos muchas opciones y si se compara con eventos como la crisis de Bahía Cochinos en 1961.
No queda sino imbuirse al cielo.
alfonsotorr@gmail.com
Alfonso Torres Chávez
Ensenada B. C.
Donald Trump es el presidente más impopular de los Estados Unidos en setenta años. Los índices de popularidad de Trump son excesivamente divertidos: 54% de los estadounidenses desaprueban la gestión de Trump. 40% de la población aprueba la gestión.La historia deja grandes lecciones. Si Trump es el presidente más impopular en setenta años, muchas cosas habrían de cuestionarse. Su gran capacidad de proferir insultos contra todo mundo es el ejemplo más claro de que tenemos graves problemas con la imagen de Estados Unidos en el mundo.
La xenofobia de Trump es también otro de los problemas con los que debe cargar el presidente; se olvida de que el sostenimiento económico de Estados Unidos se debe en gran parte a la gran capacidad de trabajo de los extranjeros que residen ilegalmente en el país, que en un porcentaje importante son mexicanos.
Hoy, en la era Trump es un problema solicitar un pasaporte, que se apruebe una solicitud de cualquier servicio público.
Los porcentajes no mienten, y se si le suma la popularidad maltrecha de un personaje sin ningún talento político para una de las posiciones que más requiere talento estamos en problemas.
Nadie se ha atrevido a hacer un análisis frío de la era Trump en Estados Unidos. Hace unos días un analista político de renombre en Estados Unidos hizo un recorrido rápido de la popularidad de los presidentes, desde George Washington. Es decir, que además de sus grandes destrezas diplomáticas Trump ha destruido por completo la imagen del presidente de los Estados Unidos, que al menos durante una buena parte de la historia constitucional guardaba ciertas formas de lo políticamente correcto.
El problema de Trump es la falta de tacto político. Es la única forma de guardar correctamente las formas, que por supuesto el presidente desconoce.
Las agresiones seguramente se van a repetir, porque todavía queda un trecho largo del gobierno de Trump.
La solución a los problemas que se provoquen durante este periodo de cuatro años, será por demás compleja para el político que ocupe la presidencia el próximo periodo.
Haciendo retrospectiva no tenemos muchas opciones y si se compara con eventos como la crisis de Bahía Cochinos en 1961.
No queda sino imbuirse al cielo.
alfonsotorr@gmail.com
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