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LA BRÚJULA

lunes, 24 de julio de 2017 · 00:00

 Gobiernos humanistas


Lo deseable para una sociedad es el tener gobiernos humanistas, pero no sólo de membrete, sino que en sus actos realmente encarnen los valores que predican...

Es molesto cuando se constata en los hechos que un gobierno se convierte en la antítesis de lo que dice ser, pues, echando por la borda sus principios cae en un pragmatismo donde lo útil prevalece sobre otros valores y terminan por caer en el falso criterio de que el fin justifica los medios.

La integración de un gobierno, desde el federal hasta el municipal que está más cerca de la gente, más cercano a la sociedad, debe ser con personas que reúnan el perfil humanista para servir de sustento a un gobierno con estas características.

Así como las empresas y otro tipo de organizaciones dan capacitación a su personal para que conozcan la misión y la visión de ellas, los gobiernos también deben dar capacitación a fondo y constante para que los funcionarios conociendo la misión y visión de los gobiernos trabajen en ese sentido.

Cuando los funcionarios inician sus actividades, sin darse cuenta, de momento se ven arrastrados por la operación, al grado tal, que sienten no tener tiempo para otra cosa, la administración los envolvió y pierden de vista lo más importante, lo prioritario, lo trascendente, el cúmulo de decisiones que tienen que tomar los desborda y ya no son ellos los que dan rumbo a su actividad, sino que son arrastrados por ésta y dejan de llevar el timón.

Es de vital importancia que se busquen esos altos en el camino, esos espacios, esos aislamientos que permitan reflexionar sobre el cómo vamos, el que hay que hacer y el cómo y con quién lo vamos a hacer.

Hay que preguntarse qué valores mueven al gobierno, que tan compenetrados de ellos están los funcionarios.

Un gobierno humanista tiene como principio, sujeto y fin a la persona, ella es la razón de ser del gobierno. Desde las organizaciones más primitivas hasta el gobierno actual, los individuos han cedido parte de su libertad para que los gobiernos armonicen las relaciones entre los componentes de la sociedad, para que den seguridad y busquen el Bien Común.

Un gobierno humanista debe estar formado por funcionarios que vean la política como la oportunidad de servir a la sociedad y a cada uno de sus integrantes y no como la oportunidad para servirse de ellos en provecho propio.

Un gobierno humanista debe ser promotor del desarrollo material y espiritual de un pueblo; debe estimular la participación de las personas y su organización social, ser respetuoso de las decisiones democráticas de los ciudadanos y garantizar un orden social firme y duradero.

Cuando se habla del Estado de Derecho no se refiere sólo al nivel Federal, sino también al Estatal y Municipal. Un gobierno municipal debe por lo tanto transitar por las vías de la legalidad y del respeto a los derechos humanos.

La sociedad que se gobierna está integrada por ciudadanos de distintos signos ideológicos y es obligación del mandatario gobernar para todos.

Pero urge ya pasar de una democracia representativa a una democracia participativa donde se vea reflejada la voluntad de los ciudadanos. No digo que debe haber un divorcio entre pueblo y gobernantes sino una conjugación de esfuerzos, una verdadera solidaridad en todas aquellas acciones que buscan el Bien Común.

Hay que luchar por un humanismo integral capaz de aglutinar talentos. Pues no se entiende un gobierno sin una sociedad que lo sustente alimentándolo con lo mejor de sí misma.

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