LA BRÚJULA
Mentes y corazones desequilibrados
Vivimos un presente tocado por la inseguridad, el miedo y la angustia provocados por actos criminales y una violencia que pretende sembrar en la sociedad el terror sin importar los medios que se utilicen con tal de alcanzar sus objetivos.
El respeto por la vida humana se ha perdido sin importar que sean niños, mujeres o ancianos.
Todo acto bueno o malo tiene una causa, una motivación y es el resultado de todo un proceso educativo en valores que busquen las virtudes para hacer el Bien o un proceso para inocular antivalores que lleven al fanatismo, a la xenofobia, la intolerancia, la deshumanización como instrumento de destrucción.
La educación de todo ser humano inicia en el hogar, pasa por las instituciones educativas y religiosas, por su entorno laboral, su entorno social, el impacto de los medios de información y comunicación, hoy en día por las redes sociales y no se puede negar todo lo anterior, es una vivencia incontrovertible. Bien decía Luther King: "nadie nace odiando” citado hace poco por el ex presidente Obama.
Un individuo que se la pasa frente a todo tipo de pornografía termina sufriendo un desequilibrio emocional y mental; el drogadicto se desconecta de la realidad que le rodea y su cerebro es dañado. Sabemos que hay propaganda que llega a nuestro consciente y pasa al subconsciente y nos influye. Las redes sociales también logran incidir en los individuos trastocando sus valores terminando por imponerles otros ajenos y que muchas veces determinan o influyen sobre su comportamiento.
Es un hecho probado que en algunos países se robaron niños inocentes y los convirtieron en criminales de sus propios seres amados.
Estamos viviendo en una aldea global donde un loco dirige Corea del Norte, otro al vecino país del norte, otro a Venezuela. Las Organizaciones como las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos han exhibido su impotencia o malos oficios para poner orden y armonizar las relaciones entre los Estados y algunos países carecen de autoridad moral por vivir en un mundo de impunidad y corrupción.
Los servicios de inteligencia han sido rebasados aunque tengo entendido han logrado desactivar actos de terrorismo. Sabemos que hay expertos que conocen el modus operandi de estos desalmados que son tan ignorantes que no saben que sus actos malvados lejos de salvarlos matando inocentes los condenarán.
Un mundo donde cabalga la miseria, donde los sueldos son de hambre, donde se gastan millones y millones de dólares en armamentismo, donde el analfabetismo es un crimen, donde muchos políticos roban descaradamente, donde la democracia es una parodia, donde el 10% de la población controla el 80% de los recursos, donde la justicia es solo retórica y la paz equilibrio armamentista.
Hay que educar en la tolerancia y el amor no sólo en el hogar, también en las instituciones educativas y a través de los medios de información y comunicación.
La solución de fondo pienso está en la educación y en hacer vida el principio moral de "Has el bien y evita el mal”.
Frente al miedo que nos quieren inocular pongamos las virtudes que nos dan fortaleza porque no sabemos cuándo, cómo ni por donde nos van a querer Llegar.
El respeto por la vida humana se ha perdido sin importar que sean niños, mujeres o ancianos.
Todo acto bueno o malo tiene una causa, una motivación y es el resultado de todo un proceso educativo en valores que busquen las virtudes para hacer el Bien o un proceso para inocular antivalores que lleven al fanatismo, a la xenofobia, la intolerancia, la deshumanización como instrumento de destrucción.
La educación de todo ser humano inicia en el hogar, pasa por las instituciones educativas y religiosas, por su entorno laboral, su entorno social, el impacto de los medios de información y comunicación, hoy en día por las redes sociales y no se puede negar todo lo anterior, es una vivencia incontrovertible. Bien decía Luther King: "nadie nace odiando” citado hace poco por el ex presidente Obama.
Un individuo que se la pasa frente a todo tipo de pornografía termina sufriendo un desequilibrio emocional y mental; el drogadicto se desconecta de la realidad que le rodea y su cerebro es dañado. Sabemos que hay propaganda que llega a nuestro consciente y pasa al subconsciente y nos influye. Las redes sociales también logran incidir en los individuos trastocando sus valores terminando por imponerles otros ajenos y que muchas veces determinan o influyen sobre su comportamiento.
Es un hecho probado que en algunos países se robaron niños inocentes y los convirtieron en criminales de sus propios seres amados.
Estamos viviendo en una aldea global donde un loco dirige Corea del Norte, otro al vecino país del norte, otro a Venezuela. Las Organizaciones como las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos han exhibido su impotencia o malos oficios para poner orden y armonizar las relaciones entre los Estados y algunos países carecen de autoridad moral por vivir en un mundo de impunidad y corrupción.
Los servicios de inteligencia han sido rebasados aunque tengo entendido han logrado desactivar actos de terrorismo. Sabemos que hay expertos que conocen el modus operandi de estos desalmados que son tan ignorantes que no saben que sus actos malvados lejos de salvarlos matando inocentes los condenarán.
Un mundo donde cabalga la miseria, donde los sueldos son de hambre, donde se gastan millones y millones de dólares en armamentismo, donde el analfabetismo es un crimen, donde muchos políticos roban descaradamente, donde la democracia es una parodia, donde el 10% de la población controla el 80% de los recursos, donde la justicia es solo retórica y la paz equilibrio armamentista.
Hay que educar en la tolerancia y el amor no sólo en el hogar, también en las instituciones educativas y a través de los medios de información y comunicación.
La solución de fondo pienso está en la educación y en hacer vida el principio moral de "Has el bien y evita el mal”.
Frente al miedo que nos quieren inocular pongamos las virtudes que nos dan fortaleza porque no sabemos cuándo, cómo ni por donde nos van a querer Llegar.
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