ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

Solsticio de Invierno en El Vallecito

Por Fernando Oviedo García
jueves, 31 de agosto de 2017 · 00:00
Los antiguos indígenas del noroeste de Baja California fueron los Kumiay, conocedores de la naturaleza y del paso del tiempo. Sabían que el invierno en la montaña era un tiempo difícil y cuando estaba por llegar, ya que la naturaleza y el ambiente sufren cambios radicales, desaparecen plantas y frutos comestibles, disminuye la cubierta vegetal de los montes, escasean los animales para cazar, días fríos y con menos tiempo de luz solar, entre otras condiciones. Aparte de la observación directa en la naturaleza, los grupos tenían mecanismos "calendáricos” que les anunciaban la llegada del invierno u otra temporada similar a la ya sucedida hacía tiempo, para esto, se valían del "movimiento” del sol como un compañero cotidiano que observaban salir y ocultarse en el horizonte, y así, utilizando su luz y sombra proyectada en determinado elemento fijo de la naturaleza podían saber que al paso de un periodo constante (365 días) volvería a reflejarse de nuevo en el mismo punto y así sería otra y otra y otra vez, por lo tanto, se repetirían las mismas condiciones en el clima y en la naturaleza.

Los indígenas de la montaña aprovecharon el transcurrir del sol en el firmamento y la proyección de su luz en un punto fijo como mecanismo para medir el tiempo y saber cuándo se aproximaba la temporada invernal, una época difícil y momento para no permanecer en la montaña. Uno de estos mecanismos "calendáricos” o marcador solar del tiempo fue realizado en "El Vallecito”, antiguo campamento indígena y actual sitio arqueológico protegido por el INAH Baja California, ubicado cerca del poblado La Rumorosa, al extremo norte, en lo alto de la Sierra Juárez.

El Vallecito era ocupado por los indígenas durante el verano, principalmente para recolectar piñones, cazar animales y realizar ceremonias. Este lugar se compone de más de 30 resguardos rocosos con pinturas rupestres sobre un área de 180 hectáreas, en uno de estos resguardos plasmaron una serie de representaciones en su parte oeste y donde destaca del panel una figura antropomorfa masculina en color rojo, se trata de un shaman o personaje distinguido del grupo que lleva un adorno o tocado en la cabeza a manera de dos extensiones ondulantes hacia arriba, dicha figura es conocida popularmente como "El Diablito”, la cual es el elemento central y protagónico al representarse visualmente el desarrollo del fenómeno astronómico del solsticio de invierno.

La figura de "El Diablito” es iluminada por un "haz de luz” de los primeros rayos del sol de la mañana del 21 de diciembre, lo que significaba gráfica y visualmente para los antiguos indígenas la representación simbólica del fin e inicio de la existencia del hombre, así como en la naturaleza el inicio de la temporada invernal o época más fría en la montaña, con lluvias y nevadas constantes donde escasean los alimentos, y momento de trasladarse a valles o costas en busca de recursos alimenticios y un mejor clima. Solo algunos individuos que dirigían a los grupos (shaman, orador/personaje carismático o jefe guerrero) junto con otros integrantes se retiraban del lugar hasta presenciar visualmente el desarrollo de este fenómeno, para posteriormente alcanzar a sus compañeros en mejores sitios.

El fenómeno del solsticio de invierno marcaba un acontecimiento importante en la vida de los indígenas, aparte de señalar el inicio del invierno o el punto máximo donde llega el sol en el horizonte, nos presenta la idea del fin e inicio de la naturaleza y de la existencia del hombre; la renovación o purificación espiritual de los antiguos indígenas bajacalifornianos.

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