BAJO PALABRA

Zapatos nuevos

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 12 de octubre de 2018 · 00:00

Lucila miraba las revistas viejas que su madre guardaba, a veces cuando había tiempo Margarita Z. hojeaba las páginas de los suplementos dominicales de periódicos de San Diego, lugar donde ella trabajaba como empleada doméstica. Se detenía en algunas páginas con fotografías, había una de niñas quíntuples nacidas en Canadá, las fotografías mostraban a las niñas en diferentes momentos de su vida, ahora cumplían seis años, eran niñas bonitas, su cabello tenía caireles y rizos, vestían unos abrigos azules y tenían zapatos iguales todas. Lucila seguía a solas con sus dedos las figuras que tanto atraían a su madre, los zapatos le parecían muy bonitos. Pasaba mucho tiempo sola, su madre la había dejado con una tía lejana de edad madura. La pobreza de aquellos años pretendía ser aminorada en compañía de los parientes recién llegados del sur.

Los domingos después de ir a la iglesia, de camino a casa, la tía solía pasar por una tienda de ropa de segunda atendida por misioneros americanos. La mercancía estaba cuidadosamente seleccionada y acomodada en ganchos por tallas y estilos: faldas, suéteres, vestidos. Lucila caminaba por los pasillos para llegar siempre al mismo lugar, los zapatos de niñas. Un día encontró un par de zapatos iguales a los de las quíntuples de los periódicos de su madre, los tomó y los mostró a su tía lejana, no eran de su talla, eran más grandes, la tía la miró sonriente ¿los quieres? Tendrás que esperar a que te queden ¿verdad? Lucila emocionada los guardó al llegar a casa en el fondo del cajón de su ropa. De vez en cuando los miraba y se los probaba midiendo el tiempo que faltaba para que le quedaran.

Muchas cosas cambiaron en la vida de Lucila, la tía se fue a su tierra y la mamá de Lucila encontró otro trabajo mejor en Los Ángeles viéndose en la necesidad de dejar a la pequeña con una amiga de la iglesia a la que asistía. Lucila la pasó mal viendo trastocado el mundo que le brindaba seguridad. Al paso de muchos meses buscando entre su ropa encontró los zapatos “de las quíntuples”, los miró, le parecieron pequeños, se los puso y efectivamente eran demasiado chicos para ella, sintió una enorme tristeza y los dejó en el fondo de sus cosas por mucho tiempo.

Lucila de 74 años visitó a una prima en Estados Unidos. Entretenida miraba una revista durante el vuelo y de repente se topó en un folleto con la imagen de unos zapatos que recomendaban por su comodidad, la mujer miró en ellos el recuerdo de su madre y las revistas que de niña conservaba. Al pie del anuncio venía una dirección electrónica, guardó el folleto y le pidió a su prima al llegar que le encargara esos zapatos. Llegaron, y los calzó emocionada con un sentimiento que no podía compartir. Ahora, camina lento apoyada en un bastón, de vez en cuando mira sus pies.

La vieja, con pies de niña sonríe, nadie la entiende, pero eso no es importante.

hada5.ceniceros@gmail.com

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