LA BUFADORA

Inequidad

Por El Mosquito
miércoles, 14 de marzo de 2018 · 00:00

La disputa por la presidencia de la república entre los candidatos de partido e independientes será una contienda desigual, gracias a que las reglas de la competencia las impusieron los políticos tradicionales, porque las tres coaliciones recibirán en conjunto alrededor de 4 mil millones de pesos en financiamiento público, mientras a los contendientes sin partido apenas le otorgarán menos de 8 millones de pesos a cada uno, dinero al que por cierto renunció Margarita Zavala. Y en cuanto al número de spots por televisión, la diferencia todavía es mayor.

Cuando había partidos de oposición en México, dado que hoy todos gobiernan en municipios y Estados, además de tener presencia en congresos y cabildos, su principal reclamo era de que la cancha electoral no era pareja, pero las recientes reformas en la materia lejos de establecer saludables pesos y contrapesos, sólo ha servido para enriquecer a los partidos y sus respectivos dirigentes, quienes llevan décadas reciclándose a través de escaños plurinominales, basta con observar las listas de candidatos por circunscripción, en las cuales aparecen los mismos de siempre, más sus esposas, segundos frentes, hijos y demás familiares.

De pisa y corre
¿Durante las campañas los candidatos a la presidencia visitarán Ensenada?, ¿cuántos incluirán a este puerto o el Valle de San Quintín en sus giras de proselitismo?

En 2012 el entonces aspirante del PRI, Enrique Peña Nieto, no vino a Ensenada; los demás sí lo hicieron, aunque sólo por horas y en eventos que se celebraron en salones o auditorios universitarios, salvo Andrés López Obrador, quien siempre prefiere el mitin en la plaza pública, pero ninguno alargó su estancia y mucho menos hizo una segunda visita. La razón es sencilla: Ensenada y Baja California no tienen peso electoral, los votos que aquí se emiten no pintan en una contienda nacional, a diferencia de Estados como Nuevo León, Jalisco, Estado de México, Veracruz, Oaxaca, Guerrero y la Ciudad de México.

Por ejemplo, en los últimos meses López Obrador realizó casi 20 giras a lo largo y ancho de Veracruz.

Y lo anterior también se reflejó en el perfil de los candidatos que las tres principales coaliciones postularán en el 03 Distrito con cabecera en Ensenada, porque el PAN no tuvo empacho en volver a conceder esta demarcación al PRD y Morena le regaló la candidatura al dirigente estatal del Partido del Trabajo, Armando Reyes Ledesma, en tanto el PRI apostó por un cuadro joven, no obstante que en los tres casos había panistas, morenistas y priistas ensenadeses de mayor presencia social y trayectoria.

Así que debido a su escasa población votante, su distancia del centro del país y los acuerdos entre las dirigencias nacionales de los partidos, Ensenada y Baja California no son visibles, lo que explica aunque no justifica la falta de infraestructura y las lesivas disposiciones fiscales.

¿Cambiarán estas circunstancias con el triunfo de determinado candidato a la presidencia?, ¿se resolverá el problema del abasto de agua?, ¿al fin continuará la construcción del libramiento carretero El Sauzal-Maneadero?, ¿habrá verdaderos estímulos fiscales para productores y comerciantes locales?, ¿al fin tendremos un parque industrial, ferrocarril, aeropuerto civil, puerto de altura en El Sauzal y carretera alterna a la Escénica?, ¿volverá la paz social a la región?

Estas y otras necesidades, la mayoría rezagos históricos, siempre han estado en la lista de promesas presidenciales cada seis años, pero si revisamos los antecedentes, sólo dos personajes se acordaron de esta entidad fronteriza tras ganar las elecciones, y de eso ya pasó bastante tiempo, porque tenemos que remitirnos a los sexenios de Luis Echeverría Álvarez (1970-76) y Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000). En ambos casos todavía hay vestigios de su obra.

Pero el desarrollo social y crecimiento económico no debería depender de la voluntad de quien despache en la residencia oficial de Los Pinos, sino de la unión y capacidad de gestión de los actores locales, porque la historia confirma que pasan los años y ni nos ven ni nos oyen desde el zócalo de la Ciudad de México.

El cambio de partido en el poder no modificó en nada esa tendencia. Así que en lugar de recibir a los actuales candidatos presidenciales con aplausos y zalamerías, el sector empresarial, los representantes de los grupos intermedios y auténticos activistas sociales, necesitan elaborar una agenda de temas comunes y presentar un frente común, porque todos los contendientes llevan años en la actividad política y resulta que apenas vendrán a enterarse de nuestros problemas. ¿Tendrán el valor o les vale?
 

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