LA BRÚJULA

Y dijimos que estaba bien

Por Heberto Peterson Legrand
lunes, 16 de abril de 2018 · 00:00

Hoy me senté frente a mi computadora y me hice la misma pregunta que muchas veces me he hecho: ¿hoy sobre qué escribiré?, esperando que el tema brotara me puse a revisar mis correos y entre otros me encontré, afortunadamente, con uno que me mando mi querido amigo Efraín Camargo, cuyo titulo era: “ ...Y DIJIMOS QUE ESTABA BIEN”, lo leí y me causó muy grata impresión, su contenido es profundo y dice una gran verdad, no lo voy a transcribir pero comentaré sobre la idea central.

Siendo Obispo de Cracovia en su natal Polonia, su Santidad Juan Pablo II, invitó al famoso orador religioso Billy Graham, recientemente fallecido, para que sustentara una conferencia a sus feligreses, Graham era un excelente orador protestante invitado por quien sería el sucesor de Pedro. Yo en varias ocasiones lo escuché a través de los medios o lo leí y siempre me dejó muy grata impresión como orador y por el contenido de sus mensajes.

Pues bien, este se refiere a una entrevista que le hicieron a la hija de Billy Graham, de nombre Anne Graham, en la cual le preguntaron: “¿Cómo pudo Dios permitir que sucediera esto?”, se referían en aquel entonces a los ataques del 11 de septiembre. Ella dio una respuesta sumamente profunda y llena de sabiduría: “Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestros gobiernos y que se salga de nuestras vidas”.

Como sociedad somos todos los días testigos y víctimas del bombardeo constante que recibimos de noticias de todo el mundo; noticias malas que nos hablan de una seria crisis que vive la civilización actual: En el ámbito de la política, que debería ser el arte del buen gobierno, nos reportan terribles actos de corrupción, de impunidad y falta de respeto a los derechos humanos; en tratándose del sistema económico, tenemos el resultado irrefutable de millones de pobres entre los pobres en un mundo donde el 20% de la población controla el 80% de los recursos; donde un tercio de la producción mundial esta controlada por 500 empresas multinacionales, mismas que tienen en sus manos el 50% del comercio internacional; la producción mundial de alimentos está bajo el control de 12 empresas trasnacionales; los medios masivos de comunicación sólo dan a conocer lo que sucede en 15 ó 20 países de los más de 200 del globo terráqueo; El Papa Juan Pablo II en su tiempo denunció y criticó al sistema económico por injusto; el negocio del narcotráfico ha permeado las estructuras políticas y otras; la pornografía y la violencia de todo tipo se ha apoderado de los medios; las protestas se han convertido en actos destructores que hacen lo que dicen combatir; las familias se están desintegrando, allí están las estadísticas que son elocuentes; la dignidad de la persona y los derechos humanos se han pisoteado; hay niños pequeños que matan por matar; hay violadores de niños y hasta el internet es instrumento de depravación; vivimos en un mundo donde hemos querido convertirnos más que en padres de nuestros hijos...en amigos y así eludir nuestras responsabilidades; los maestros no disciplinamos por un temor infundado etcétera.

Hay mucha gente buena, pero muchos que hemos corrido a Dios de nuestras vidas: políticos que prefieren ignorarlo para poder hacer sus transas; empresarios que lo corren para hacer de sus empresas cajas registradoras de sus ingresos sin ninguna responsabilidad social; padres y profesores que no viven ni enseñan valores a los niños; religiosos que pierden el rumbo y dejan de dar testimonio de su misión.

Sí, en efecto hemos corrido a Dios “...Y DIJIMOS QUE ESTABA BIEN”.

Sumidos como están muchos en la corrupción, la impunidad, el cinismo en esta encrucijada que vive nuestro país donde la incertidumbre nos deja un futuro incierto tanto en lo interno como en el entorno internacional que pone cada día más en peligro la supervivencia del Ser humano. ¿No valdría voltear hacia nuestro creador, tomar en cuenta nuestra conciencia moral y preguntarnos nuevamente qué estamos haciendo?
 

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