ECONOMÍA Y POLÍTICA

Un buen ejemplo a seguir.

Por Rolando Daniels Pinto
lunes, 23 de abril de 2018 · 00:00

En memoria de Ignacio Solorio Arroyo, un distinguido Cimarrón apasionado de la política y el Derecho. Arcángel Rojo.


El pasado viernes, entró en funciones la nueva directiva del Consejo Agrícola de Baja California (CABC), presidida por Salvador García Valdez, quien en su discurso de toma de compromiso dio muestra de entender las circunstancias del tiempo que le toca, asumiendo compromisos poco comunes.

Efectivamente, esta nueva directiva compuesta por jóvenes empresarios agrícolas de segunda o tercera generación, complementada con Javier Navarro Martínez como secretario y Walberto Solorio Meza en la tesorería, tomó por compromiso la difusión y el respeto por los derechos humanos de su gente.

Y para que no haya duda de la responsabilidad social que se promueve entre las empresas agrícolas de los valles de Baja California, las cuales emplean a decenas de miles de jornaleros migrantes, el CABC signó un convenio con la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Baja California (CEDHBC).

Regularmente, las entidades protectoras de los derechos humanos se enfocan a cuidar que las agencias públicas respeten al ciudadano, pero no las limita en hacer labores de promoción y difusión de los mismos en toda la sociedad; sin embargo, no es muy común que empresas privadas asuman esas tareas.

En este sentido, Salvador García fue claro en su discurso señalando que la prioridad de sus empresas afiliadas está puesta en el bienestar de sus trabajadores; incluso, hizo -con respeto y claridad- un reclamo a los tres órdenes de gobierno por el rezago social persistente en centros de población como en los que habitan los jornaleros agrícolas, carentes de infraestructura, servicios públicos y seguridad.

Pero además, les dijo que son ellos, los empresarios agrícolas, quienes en no pocas ocasiones invierten fuertes cantidades de dinero para suplir al gobierno y solventar las carencias de servicios en sus comunidades, haciéndoles un llamado para trabajar conjuntamente y así preservar la paz y los empleos.

Lo paradójico, es que mientras las empresas agrícolas hacen grandes inversiones para ser competitivas en los mercados mundiales, esforzándose para brindarles mejores condiciones laborales a su gente, es el gobierno mexicano quien promueve una fuerte competencia por esa mano de obra con programas que le ofrecen la oportunidad de irse a trabajar a los campos de los Estados Unidos de Norteamérica.

A pesar de todo ello, el CABC promueve entre sus agremiados la categoría de Empresa Socialmente Responsable (ESR) entendiendo que los problemas suscitados hace dos años -más allá de la grilla promovida por agitadores profesionales cuyas intenciones fueron las de acrecentar las contradicciones sociales (comentario del autor)- pueden evitarse manteniendo relaciones de producción más justas.

Realmente sorprende gratamente escuchar la convicción con la que Salvador García expresó su enorme sensibilidad social, su preocupación por los seres humanos que con ellos colaboran y son la energía que mueve sus exitosas empresas; lo mejor: se percibe que esa convicción ha permeado entre sus pares.

No es descabellado afirmar que en esta generación de empresarios agrícolas solidarios, preocupados, sí, por la calidad de su producto y el éxito de sus empresas, pero también por la calidad de vida de sus trabajadores, es de donde está surgiendo los líderes del futuro de las comunidades en donde radican; habrá que apoyarles y seguir su ejemplo desde todos los ámbitos, sobre todo en la educación superior.

rdanielspinto@hotmail.com
 

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