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El Premio de los Niños del Mundo

Por Rodolfo Moreno Cruz
lunes, 23 de abril de 2018 · 00:00

En Pakistán operaba el paisgee. Éste era una especie de contrato a través del cual el dueño de una fábrica de alfombras recibía a un niño a cambio de un préstamo de dinero. El niño era destinado a trabajar en la fábrica hasta en tanto se cubría la deuda.

En 1984 a los seis años de edad, Iqbal Masil fue objeto del paisgee y comenzó su martirio con jornadas laborales de más de doce horas. Miguel Griot, ha escrito un libro sobre su vida, el cual se ha vuelto una lectura muy recomendada. Se trata del libro “Iqbal Masih: lagrimas, sorpresas y coraje”. Iqbal, a pesar de su corta edad se volvió un símbolo de lucha en contra de la esclavitud infantil. Su activismo posterior a su reclusión, fue la causa por la cual se le asesinó a los doce años de edad el día 16 de abril del año de 1995. Se instauró ese día como Día Mundial contra la esclavitud infantil.

Fue fundamental en la visualización de esta problemática que en años anteriores se haya aprobado a nivel internacional la Convención sobre los derechos del niño (1989). Sin embargo, también sirvió como referente -este suceso- para fortalecer aún más la normatividad internacional. Como es el caso del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil (1999), el Protocolo facultativo de la convención sobre los derechos del niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de los niños en la pornografía (2000) y el Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados (2000).

Esta normatividad internacional se ha encargado de obligar a los países a considerar que la esclavitud infantil debe ser combatida. Concretamente el artículo 3 del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil señala las siguientes: “(a) todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados; (b) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas;(c) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal como se definen en los tratados internacionales pertinentes, y (d) el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños”.

Paralelamente a la normatividad internacional también se han desarrollado otras actividades que promueven el respeto a los derechos del niño y entre ellas se encuentra el Premio de los niños del mundo, que es una especie de premio nobel otorgado a las personas que luchan por la defensa de los niños. Fue fundado en el año 2000 en Suecia. Uno de sus galardonados (con reconocimiento póstumo) fue precisamente Iqbal Masih. Otra de las premiadas fue Betty Makoni a quien se le reconoció su trabajo por liberar a las niñas de Zimbabwe de los abusos cometidas en contra de ellas. Este año, los nominados son Gabriel Mejía Montoya, colombiana que trabaja a favor de los niños de la calle. Rachel Lloyd activista que combate el comercio sexual en Estados Unidos. Valeriu Nicolae quien busca la obtención de derechos de los niños en el gueto de Ferentari, en Rumania. No perdamos de vista los resultados de esta premiación y fomentemos el respeto a los derechos de las niñas y niños a través de acciones similares.
 

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