BAJO PALABRA

Deshoras

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 25 de mayo de 2018 · 00:00

Despierto con cansancio, parece que pronto amanecerá, veo el reloj, hace apenas dos horas me fui a la cama. Últimamente el sueño llega tarde o no llega. Busco música en la oscuridad, algo que mis dedos encuentren en mi teléfono sin mucho trabajo.

El sueño no regresa, la música me ha llevado por un recorrido mental hacia tiempos lejanos. La vida en otro tiempo es también la vida de otro modo. Recuerdo amaneceres en época de estudiante, salidas apresuradas hacia la espera del transporte siempre excedido en pasaje a esa hora. Me escurro entre las personas gracias a lo estrecho de mi cuerpo, llego hasta la mitad del vehículo y espero atenta que algún lugar quede libre para ocuparlo yo.

El movimiento del camión me arrulla y despierto de nuevo en esta realidad insomne.

Decido levantarme, en lo negro de mi alcoba busco la luz de la puerta, camino imaginando que evito las líneas de las losetas del piso, siempre adjudiqué un valor mágico al logro de andar el mayor número de cuadros sin pisar las uniones. Lo sigo haciendo sin deseo especial de por medio, bueno, quizá recuperar el sueño.

Enciendo la luz para buscar un libro de poemas, doy de frente con el espejo de la sala, miro la imagen reconociéndola, mis pies se ven jóvenes, mi cuerpo cubierto por una bata no muestra edad, mi rostro tiene un rictus de cansancio que no cede ni de día, ¿dónde se fue la vida? ¿Es lo que imagino, lo que pienso? ¿O es lo que recuerdo?

A esta hora de la noche, en silencio, sola conmigo sé que lo evocado lleva algo de los sueños no vividos, quedan en la memoria mezclados con la realidad. Los miedos de pesadilla fueron confortados amorosamente -así debieron ser- De ser de otra forma no habrían salido los poemas, las canciones. La vida no es sólo dolor y abandono, no puede ser. Para vivir se inventan amores, caricias, amistades y muchas sonrisas. Así recuerdo mis tiempos de juventud entre la hermosura de paisajes de una ciudad bella, llena de jardines y flores.

El insomnio me gana entre recuerdos gratos y ensoñaciones. Leo en silencio, emocionada, como diría Vallejo, emocionada.

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