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La lucha contra la sequía

Por Dra. Karla Oyuky Juárez M.*
sábado, 23 de junio de 2018 · 00:00

El 17 de junio ha sido declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como el “Día mundial de lucha contra la desertificación y la sequía”. La desertificación es la pérdida de la capacidad de producción de las tierras fértiles, esto es el resultado de varios factores como la deforestación, la consecuente erosión del suelo y una práctica agrícola inapropiada, como el uso excesivo del suelo para la ganadería (sobrepastoreo).

La desertificación y la sequía están en alarmante aumento, principalmente por las inadecuadas actividades humanas, como la sobreexplotación de los mantos acuíferos, la salinización de las tierras y el uso inadecuado del agua. Por estas razones, desde el año 1995, la ONU hace esfuerzos por concientizar y educar a la población para utilizar adecuadamente nuestros recursos naturales como la tierra y el agua.

En México son 19 los estados que enfrentan el problema de la desertificación, siendo los más afectados Oaxaca, Sonora, Chihuahua y Zacatecas. Sin embargo, actualmente en Baja California enfrentamos una grave crisis y problemática de acceso al agua y por supuesto, la salinización de las tierras de cultivo. Iniciativas como el “Día de la lucha contra la desertificación y la sequía”, son importantes para educar y concientizar a la población de que somos usuarios, pero no dueños, de los recursos naturales como el agua y la tierra, pero que de forma irresponsable somos quienes estamos terminando con tan valiosos y necesarios recursos.

Pero, ¿cómo podemos ayudar a revertir la sequía y la desertificación?

Lo primero es reconocer que los recursos naturales como la tierra y el agua, tienen un gran valor para mantener no sólo la vida de los humanos, si no para sostener toda la vida del planeta. De tal forma que, aunque parezcan infinitos, estos recursos se están terminando y cada día será más difícil y, por lo tanto, muy costoso obtenerlos. Después, tenemos que empezar por fomentar el consumo de productos locales, que por ende favorezcan a los pequeños productores. Esforcémonos por comprar productos “de comercio justo”, que son aquellos que buscan y promueven una justicia e igualdad social de los productores locales, aquellos que, a pesar de tener desventajas económicas, buscan la calidad de su producto y el cuidado de la naturaleza. Debemos ser conscientes de que, como ciudadanos y actores principales, podemos hacer esfuerzos individuales cuya suma favorezca las buenas prácticas ambientales. Empecemos por cuidar el agua que usamos, reducir el consumo de plástico y comprar productos locales, de ser posible directamente con los productores o con el menor número de intermediarios.

Por lo tanto, hay que aceptarnos como uno más de todos los seres vivos que compartimos la Tierra y dejar de lado el antropocentrismo, es urgente reconocer que conservar la tierra y el agua son actividades que van de la mano para asegurar la vida en nuestro planeta.

*La autora es miembro del Centro de Nanociencias y Nanotecnología, UNAM.

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