POR SI LAS MOSCAS

México, un país… ¿neoliberal?

Por Laura Monzón
viernes, 8 de junio de 2018 · 00:00
“La economía mexicana se vino al traste cuando entró el libre mercado”, dicen por allí.

Es culpa del neoliberalismo implementado desde Carlos Salinas de Gortari, que Carlos Slim Helú se haya apropiado de Telmex y que Ricardo Salinas Pliego se volviera dueño de Imevisión, para transformarla en Televisión Azteca.

Lo de la banca mexicana fue una aberración kafkiana: de expropiarla en 1982, a venderla de nuevo en 1991 y tener que echarle la manita en 1994, para evitar su colapso, a través del proyecto de rescate bancario llamado Fobaproa, para que con la entrada del milenio los bancos fueran vendidos de nuevo a bancas extranjeras.

Qué decir del Tratado de Libre Comercio, que por su culpa, hace unos 30 años el campo mexicano fue abandonado.

Como dijo el investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo, Raúl Nieto Ángel: el 80 por ciento de las paraestatales vinculadas a este sector, como Conasupo, Conafrut, Banrural, Fertimex y Pronase fueron desmanteladas y la agricultura dejada a su suerte.

A cambio de todas esas calamidades, México se volvió el traspatio de Estados Unidos, atiborrándose de maquilas de mano de obra barata y sueldos miserables.

A pesar de que nos pintaron un futuro paradisiaco, donde el neoliberalismo nos llevaría directo al primer mundo, resultó lo contrario. Los adversarios del capitalismo aprovecharon el momento, para espantarnos diciéndonos que la culpa de nuestras desgracias fue esa disparatada tendencia de querer liberalizarlo todo.

Pero el neoliberalismo de Milton Friedman y de Friedrich von Hayek, sus creadores, tiene como fundamento la mínima intervención del Estado y la máxima libertad de los agentes que participan en la actividad económica, es decir, la no mediación del Gobierno en la economía; más bien, la libre competencia entre las empresas y cooperación de los individuos a través de convenios, para regular el sistema.

Entonces, ¿México es un país neoliberal? La respuesta es no. Dentro del índice de Libertad Económica Mundial 2017, que realiza Heritage Foundation, estamos en el lugar número 70 de 180 países, con un puntaje casi reprobatorio de 63.6.

Pero el liberalismo no sólo habla de economía. Hay que considerar otros aspectos.

Dentro del Índice de Libertad Humana, estamos en la posición 77, con 6.93 puntos. Según el Índice de Libertad tenemos una libertad parcial, con 62 puntos. En Libertad de Prensa estamos en el vergonzoso lugar 147, con 48.9 puntos, y en Democracia, en el lugar 66 con 6.4 puntos.

Lo anterior quiere decir, que México es un país con una libertad regular, hay bastante intervencionismo estatal, un paternalismo alarmante, asistencialismo excesivo, así como monopolios originados por compadrazgos, subsidios y exenciones a las grandes compañías nacionales y extranjeras, además de una burocracia insufrible para los pequeños emprendedores, como para considerar que vivimos en un país de corte liberal.

Lo que llegó a México con Salinas de Gortari & Friends fue un capitalismo clientelista (crony capitalism), propio de gobiernos intervencionistas, impulsando la privatización de paraestatales y recursos naturales, para dárselos a familiares y amigos, forjando una mafia empresarial corrupta protegida por un Gobierno más corrupto aún y muy despilfarrador, que utiliza montos inconcebibles de dinero en programas asistencialistas, pero sin contrarrestar la pobreza.

El éxito de los negocios en México depende del amiguismo entre empresarios y funcionarios gubernamentales; el favoritismo en el otorgamiento de permisos, subsidios y cuotas tributarias especiales.

Gane quien gane en las elecciones venideras, las cosas no van a cambiar si se pretende continuar con el sistema político, económico y social intervencionista, enviciado, ‘migajero’ y populista que hemos llevado, hasta ahora.

Mientras más libre es un país, en todos aspectos, sus habitantes tienen mejor calidad de vida y más oportunidades de desarrollo.

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