PROYECTOVINO

“La cruda del mundial”

Por Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 19 de julio de 2018 · 00:00

“¿Quién juega hoy?” Fue lo primero que se me vino a la mente el lunes al despertarme. La respuesta que me di yo misma me regresó al presente y a la realidad, “Ya me dio la cruda del mundial”. Creo que muchos de ustedes también deben estar sintiendo lo mismo que yo después de más de 30 días de estar al pendiente de la máxima fiesta del futbol. Durante un mes, muchos de nosotros programamos nuestras actividades dependiendo de si nos interesaban o no los equipos que se iban a enfrentar ese día. Todos teníamos a nuestro segundo o hasta tercer equipo al que íbamos a apoyar en caso de que eliminaran a nuestra selección. Cuando finalmente sucedió lo que nadie quería, México eliminado, empezamos a ver y disfrutar el torneo de otra forma, más objetivamente, sin apasionamientos ni preferencias. Y al final llegaron merecidamente dos selecciones con características muy diferentes. Una, que es una potencia futbolera y en muchos otros rubros, como lo es su tradición y cultura del vino, contra una nación joven y pequeña, que por cierto también hacen vinos y me provocaron mucha curiosidad acerca de ellos.

Ganó la que lo hizo mejor durante toda la competición, y a pesar de que para algunos sucedieron algunas jugadas o situaciones controvertidas o de fortuna, lo hizo de manera contundente. Tal vez fue su experiencia o su trayectoria lo que ayudó a que lo consiguieran. Porque definitivamente los grandes logros siempre se obtienen después de derrotas, decisiones, errores y decepciones superadas.

Pero quien para mí dejó el mejor sabor de boca fue la otra parte. Sin gran trayectoria ni experiencia en estas instancias, demostraron que con convicción, trabajo y dedicación se pueden lograr cosas grandes y llegar a lo más alto. Pero sobre todo, y lo más importante, es que no importa el tamaño que se tenga, si se hacen las cosas bien y con verdadera y auténtica pasión, el éxito siempre estará asegurado y tarde o temprano recibirá el reconocimiento que merece.

En el “mundial del vino” pasa igual. Siempre habrá grandes productores, bodegas, países o regiones que les llevan ventaja a otras por años o siglos de experiencia y tradición. Gigantes en ventas y presupuesto que pueden intimidar a muchos con sólo ponerse la camiseta, pero jamás lo podrán hacer con todos.

Ésa es una de las razones por las que estoy y estaré eternamente enamorada de la industria del vino. Por esa gente que con extrema pasión se entrega por completo a ella siempre dando lo mejor, sin importarles que existan gigantes antes que ellos con medallas y reconocimientos. Que a medida de sus posibilidades dan todo en la búsqueda de mejorar la calidad de su producto y así poder competir y ganarse la preferencia de nosotros, los consumidores.

Cada vez que tengo la oportunidad de probar un vino que no conocía, trato de hacer a un lado quién lo hizo, su “camiseta”, su historia, recomendaciones o reconocimientos. Porque a final de cuentas, se trata de si me gusta a mí o no. Tanto puede encantarme un vino de un productor pequeño, como no gustarme uno de un gigante. Por favor no me malinterpreten. No soy ni pretendo ser dueña de la verdad. El vino, como muchas otras cosas en nuestra vida, es cuestión de gustos. Saber que un vino mexicano gana un reconocimiento internacional siempre me hace feliz sin importar el tamaño del productor. Pero como en las obras de teatro. Hay unas que merecen aplausos y otras ovación de pie.

Regresando al título de la nota. Hay quienes dicen que el vino les produce terribles crudas o resacas. Creo que eso depende de cuántas copas o botellas se tomen. Pero ese tema lo investigo a fondo y se los comento pronto. Mientras tanto, ¿Están listos para las Fiestas de la Vendimia?

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