DESDE LA BANQUETA

Papi, papi seis años de tele

Por Sergio Garín
jueves, 19 de julio de 2018 · 00:00

El arrasador e incuestionable triunfo de López Obrador en las urnas de la elección presidencial asusta por lo contundente que fue, inquieta y me pone a pensar en la forma en que el electorado mexicano ha depositado un enorme poder en una sola persona: Sin contrapesos y sospecho que ni tan siquiera con el de los otros poderes y niveles de gobierno. Penita ajena. ¿Queremos un papá bueno, perdonador, permisivo o un presidente de la república? Al parecer, la mayoría electoral necesita lo primero: un papá bueno, basta de padres desobligados, frívolos, copetones o medio pelones y no pocas veces maltratadores. Un virtual presidente de México que no puede negar su gran orfandad intelectual, que lo irrita muchas veces una sociedad civil organizada con ciudadanos libres, sujetos de libertad política y responsabilidad jurídica. El mensaje claro-clarísimo- de los mexicanos en la elección presidencial fue la de encontrar hoy, hoy, ahora mismo, los nuevos paradigmas sociales que les sirvan a todos, principalmente a los millones de pobres en México excluidos hoy del desarrollo y las oportunidades de progresar, lo entienda el peje o no; no es él el largamente buscado sino un sistema de desarrollo a la mexicana que sirva a la sociedad. Lo entiendan los partidos políticos, gobernadores y empresarios o no. Entre egos de unos y otros te veas. Un líder social como ALMO es siempre un padre, un hombre que guía no a los ciudadanos libres, sino al pueblo: “No les voy a fallar”, declaró a sus seguidores y a la prensa en su primer discurso como ganador de la contienda electoral y podríamos agregar: “los guiaré por el buen camino, predicaré con el ejemplo, los cuidaré incluso de ustedes mismos. El pueblo es primero”. Los ciudadanos responden ante las leyes como mayores de edad, el pueblo es menor de edad, como niños que requieren el cuidado del papá. Y uno quiere mucho a los papis. No creo que convenga a nadie el vaticinio del desastre. Empecemos por observar y seguir las acciones del nuevo gobierno sin renunciar a la crítica. Finalizo: no quiero un régimen de papi que no tenga mami en sus decisiones, me gustaría un presidente en toda la línea. Prefiero mil veces equivocarme solo que acertar con la mayoría.

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