DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

¿Qué más nos tocará dejar de ver?

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 19 de julio de 2018 · 00:00

En aquellas noveles épocas de los primeros años de preparación médica, como educandos, guardábamos cierto morbo y temor a las clases de anatomía por la idea de estar presentes ante un cadáver, muchas de las veces, multidiseccionado por otros tantos inquietos e inexpertos escuelantes. La segunda y más real relación se daba en las clases de patología, donde estábamos presentes en las muy educativas necropsias (autopsias) anatomo-patológicas, y otra muy real que como estudiantes teníamos en contacto con la muerte, era nuestro paso por el Servicio Médico Forense, donde asistíamos a la realización de necropsias de personas que tenían pocos días u horas de haber fallecido.

Unas u otras, tenían por objetivo que el estudiante viera a cielo abierto (necropsia: necro=muerte y opsia=observo) las lesiones ocasionadas por los estragos de la enfermedades, por una muerte violenta o intencionada. Posteriormente, ya en nuestra preparación como especialistas, los médicos residentes, éramos los encargados de realizar los nada gratos, pero sí muy instructivos, estudios del cadáver. Por supuesto que nuestro trabajo era el documentar los hallazgos gruesos (macroscópicos) y el médico patólogo, estudiar en diversos cortes de tejidos los hallazgos finos (microscópicos) para posteriormente, discutir en sesiones clínico-patológicas los resultados de unos y otros, con el consiguiente beneficio educativo para todos los inmiscuidos en el manejo de los pacientes y sus enfermedades.

Desde hace varios años hemos visto con tristeza que la práctica de las necropsias ha caído en desuso, por un lado, se dice que el avance de los estudios, sobresaliendo los de gabinete computarizados, que ayudan mucho para evaluar los cambios anatómicos y funcionales, por otro lado se culpa a los deudos de su negativa para dichos procedimientos al cadáver. La realidad, una razón u otras, es que a nuestros futuros y actuales médicos se les está dejando sin ese tan importante episodio educativo a fin de constatar en forma, la mayoría de las veces, fehaciente de las causas que originaron la muerte.

He de decir que, por lo menos en nuestro municipio, en los hospitales del sector salud, lugar donde reciben parte muy importante la preparación de los futuros médicos y lugar donde se atiende el grueso de la población doliente, la realización de autopsias es casi nula, por no decir, no se hacen. Yo me pregunto ¿Cuáles son las razones reales? ¿Quién lo puede explicar? En Ensenada la incidencia de procesos oncológicos, al parecer es más prevalente que en otras regiones, podemos tener muchas sospechas pero no las podemos constatar.

Las autopsias médico-legales (SEMEFO), hasta donde sé, se realizan, muchas en forma por demás absurdas. Una persona joven y sana fallece después de recibir múltiples impactos de bala y dos cirugías tendientes a corregir las lesiones, es obvia la causa de su fallecimiento ¿Qué de información nos puede ofrecer realizarle autopsia? , por otro lado, el personal encargado de dichos procedimientos, no son médicos patólogos, son técnicos adiestrados en eviscerar y, con todo respeto, dudo mucho que tengan la preparación para dilucidar causas de muerte, amén de que no se realizan estudios de histopatología.

Esto dicho por expertos en la materia: el rezago actual que tenemos en materia de medicina forense es muy marcado a la realidad que deberíamos tener. Sabemos que se requiere de un buen recurso económico para adquirir el equipo y el personal necesario a fin de dar los servicios precisos, sin embargo, la realización de procedimientos solamente porque lo marca el reglamento, sin ningún sustento específico, es estar gastando nuestra, por demás escasa pólvora, haciendo infiernitos.

Esto que hoy vivimos en Ensenada, es un mínimo reflejo de lo que puede estar pasando en toda nuestra gran nación.

* Médico Pediatra. Represente APROLAM en Baja California
sicardi53@gmail.com

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