LA OTRA HISTORIA

¿Sangre azul?

Por Lucía Garayzar Rodríguez*
miércoles, 15 de agosto de 2018 · 00:00

¿Qué significa ser de sangre azul? De acuerdo a algunas investigaciones, antiguamente la realeza y las clases pudientes no se exponían a los rayos del sol, esto provocaba que su tez permaneciera protegida de las inclemencias del tiempo, por lo tanto, la tonalidad de su piel era más pálida y hacia que las venas se notaran con un tono azulado, convirtiéndoles en un motivo de distinción y clasismo.

Pero en realidad, ser de sangre azul hoy ha quedado sólo en un mito. Según Robert Lacey en su obra Aristócratas, esta frase se estrenó en España en el siglo IX, cuando “los nobles demostraban su pureza al sostener en alto su espada y exponer las venas de color azul bajo la piel pálida de su muñeca”.

Precisamente es de allí que se da a conocer el término príncipe azul, ya que esto indicaba la “pureza” de su estirpe. La sangre “azul” también diferenciaba a la nobleza de los obreros, pues debido al arduo trabajo que desempeñaban bajo los rayos del sol, su piel era menos blanca y por consiguiente, sus venas poco visibles.

Amable lector, después de indagar sobre el origen de tan singular frase, me queda claro que el calificativo “sangre azul”, no aplica absolutamente para nadie en un país como este. En primer lugar, porque si de sangre pura y blanca se trata, debemos tener muy presente que nuestros orígenes no son precisamente azulados y es justamente este pequeño y gran detalle el que me impacta cuando observo la manera en que muchos, muchísimos servidores públicos se manejan en su corto o largo paso por la administración pública.

Esta observación, va dirigida en primerísimo lugar a los personajes más encumbrados, hasta aquellos que desarrollan el trabajo más modesto. Debo resaltar que los más destacados son los que por rebote, suerte, negociaciones, etc., o por lo que usted se le antoje, llegan a ocupar algún puesto y se creen hechos a mano. Tan poca clase tienen, que algunos dejan de frecuentar a sus familiares directos, desconocen a sus amigos de la infancia, padecen amnesia total en cuanto a su procedencia y hasta olvidan cuando en campaña llegaban a echarse sus taquitos de frijoles a las casas más humildes de las colonias más alejadas de la mancha urbana. ¡Habrase visto!

Esto del caminar por la vida claro que tiene sus niveles, existen en todos los ámbitos, pero la gran diferencia entre unos y otros no estriba en su linaje, la gran diferencia radica en la rectitud de cada individuo, en sus principios, en su calidad humana, en sus valores y en su manera de conducirse. Y claro que sí, ¡por supuesto que hay niveles!

* La autora es profesora

lucygarayzar@hotmail.com

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