DESDE LA BANQUETA

Paz y amor o palo pejista

Por Sergio Garín Olache
jueves, 2 de agosto de 2018 · 00:00

En el año 2000 el frívolo y mandilón Vicente Fox tuvo la gran oportunidad como presidente de México de modificar la estructura del poder que ha mantenido subyugado al país, pero no tuvo la visión o los pantalones necesarios, le sobraron -eso sí- las enaguas y ambición desmedida de su mujer y familia política para hacerlo. Hoy el electorado le ha dado al peje una nueva y última anuencia para evitar que el país siga a la deriva para más de la mitad de los mexicanos.

La estrategia de AMLO como político pragmático es ir primero contra todas y cada una de las instancias de poder político, económico, sindical, civil no para destruirlas sino para someterlas. Allí les hablan Superdelegados fantoches. El partido Morena, cuyo nuevo objetivo será (si decides aceptar Yeidckol) absorber al menos al PRI y regresar al proyecto hegemónico “original” que emergió de la Revolución Mexicana. Para eso es imperativo llenar todos los espacios y controlar todos los resquicios de poder. -Esa película ya la viví cácaro-

El peje es un priista de los años sesenta que quiere regresar a México a la era en que, desde su perspectiva, todo funcionaba bien: había crecimiento económico, menos desigualdad y orden o palo. El momento de quiebre llegará cuando su visión choque con la compleja realidad de hoy y sea evidente que el costo de implantarlo en el siglo XXI podría ser tan alto que produciría justamente lo opuesto de lo que él pretende: crisis financiera, empobrecimiento y más desigualdad; pero de que lo va intentar, lo va a intentar, no tengo ninguna duda.

AMLO no tiene un proyecto destructivo en mente, ningún presidente lo tiene, pero su proyecto sí es incompatible con el mundo de hoy. Tenemos una sociedad muy informada, comunicada con prisa y hambre de futuro. Cuando ese choque de trenes resulte evidente sabremos qué está dispuesto a hacer AMLO realmente porque lo obligará a definirse y no andar por las ramas como acostumbra. Hay mucho que podría lograr si se dedica a corregir los excesos y los vicios del presente que planteó con absoluta claridad en su campaña, como desigualdad, crecimiento económico patético, inseguridad. Combate a la impunidad y corrupción como las dos instituciones más fuertes, arraigadas, prestigiadas y culturales en México. Aquí sí cabe la expresión del peje como dos excepciones a la regla si me permiten ustedes: “Al diablo con las instituciones”.

El PRI más viejo y rezagado, ese que se había negado a modernizarse, que se había opuesto a la primera ola de reformas y que había vivido del statu quo, ese que ahora AMLO tiene en la mira para que lo apoye. El verdadero nuevo PRI es el que enarbola Morena, ahora ya sin tecnócratas o confusiones ni limitantes. Paz y amor o palo pejista.

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