DESDE EL VIGÍA

Subestiman a empresas

Por Editorial El Vigía
miércoles, 22 de agosto de 2018 · 00:00

Las políticas públicas han subestimado los incentivos al desarrollo empresarial, lo que ha traído como resultado el estancamiento de la productividad en el país, según planteó Santiago Levy.

De acuerdo con Levy, que actualmente se desempeña como vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la falta de condiciones para que las empresas mexicanas crezcan, y con ello aumente la productividad del país, es un problema que se ha acentuado en las últimas dos décadas.

Durante la presentación de su libro “Esfuerzos mal recompensados”, Levy, quien fue subsecretario de Hacienda durante la administración de Ernesto Zedillo, reconoció que entonces no se le dio la importancia necesaria a las políticas que impulsaran el desarrollo empresarial.

“La generación de los que estuvimos en el sector público hace dos décadas, personalmente pienso, subestimamos profundamente la importancia de los incentivos microeconómicos. Lo que no nos dimos cuenta fue la importancia de los incentivos microeconómicos y fue muy costoso para el país. Se desperdicia mucho las inversiones en capital físico y se desperdicia mucho a las inversiones en capital humano”, dijo.

En el libro, publicado por el BID, Levy señala que una de las causas del nulo avance de la productividad en México es que el entorno favorece la supervivencia de empresas pequeñas con baja productividad y perjudica el crecimiento de las unidades económicas a través de pesados marcos legales y fiscales.

“El problema es que estamos usando instrumentos contraproducentes. Si yo digo a los primeros empresarios les voy a dar microcrédito, exención fiscal lo que estoy haciendo es permitir que las empresas improductivas persistan y subsistan”, indicó.

“Una persistente mala asignación de recursos, públicos y privados, es el principal motivo por el que el crecimiento de la productividad en México se ha estancado y el crecimiento ha sido tan decepcionantemente bajo”, reiteró

El autor concluye que México no puede prosperar cuando montos significativos de inversión se canalizan hacia proyectos de baja productividad, cuando hay muchas personas trabajando en actividades para las que tienen poca o nula ventaja comparativa o cuando hay escasa conexión entre la productividad de las empresas y su sobrevivencia y entrada, entre otros.

El Estado debe regular mejor las interacciones con el fin de reducir las brechas de desigualdad y repensar las prioridades del crecimiento.

Fuente: Agencia Reforma

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