CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Comedia Bufa

Por Rael Salvador
viernes, 24 de agosto de 2018 · 00:00

Ensenada, B. C.

Todos los seres buscamos por igual un lugar donde afianzar nuestra vida. Unos, no carentes de fallos y caídas, lo consiguen en un largo esfuerzo tenaz y riguroso, y otros, para lograr propósitos personales, se valen hasta del deshonor.

No debería sorprender a nadie que estos últimos necesitan aplastar a sus compañeros de ruta para poder asomar la cabeza: en medio de las demandas cotidianas, se dan tiempo de elevar la falsedad a la estatura que su codicia, de tal forma que el desvarío deshincha sus rencores en una comedia bufa: la farsa de romance con la difamación.

Convertidos en juez y parte, son más alemanes que Hitler y no menos papistas que el Papa. (Ya he hablado mucho de ello en mi libro “Pedagogía Negra”.)

¿Dónde se encuentra el amor a la verdad y su libertad de espíritu?

La lecciones se aprenden: la vida va y viene, rueda de los infortunios a las glorias de la existencia; la sed de heroicidad o el hambre de santidad es algo que no podemos exigir o saciar por referéndum o mandato: no es héroe quien desea ser héroe, ni santo quien genéticamente lleva el diablo por dentro, sino son las circunstancias las que ponen y disponen, porque las circunstancias se construyen por sucesión -de carácter- y no hay azar que revoque su legado.

Indiscutible: todo lo que ocurre en la naturaleza se encuentra determinado por sucesos anteriores, más cuando lo moral permanece, desvía toda justificación de “mala fe” (Existencialismo 0.0.1.)

La ambición ensombrecida por la oscuridad del despotismo, aunadas al provecho personal, tienen su origen en la visceralidad profunda de quienes no se encuentran conformes con nada: ¡Mío, mío! ¡Para mí, para mí! ¡Quita, quita! ¡Yo, yo! ¡Quiero, quiero! ¡Dame, dame…!

Ante este tipo de manifiesta aparatosidad, Fernando Savater diserta: “Todos los humanos somos por igual extranjeros porque todos venimos de donde no sabemos y vamos hacia lo desconocido. Todos somos por tanto huéspedes los unos de los otros durante la vida que compartimos y nos debemos la ley de la hospitalidad que es la base de cualquier civilización digna de ese nombre. Identidades culturales hay muchas, pero la única identidad civilizada que de veras cuenta es la identidad humana. Y nuestra humanidad la descubrimos precisamente en el otro, en el que más necesita nuestro abrazo y nuestra bienvenida”.

(También lo dijo Kant en el siglo XVIII: “La dignidad del ser humano radica en su capacidad de construir su propia identidad”, otorgándole a ésta la benevolencia de la justicia y lo mejor de las cualidades morales que, en el transcurso de la historia, hasta ese momento, había cosechado la humanidad.)

Lejos han quedado las justas y bellas palabras de uno de los más renombrados filósofos contemporáneos, quien habla y escribe para que lo escuchen y lo lean. Pero si ninguna de las dos cosas sucede, es de observarse que ante los ojos de quienes leen y escuchan, los que no lo hacen sólo se exhiben como pobres y tristes bultos de brutalidad desinformada.

Y ante ello, imposible simular indiferencia.

raelart@hotmail.com

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