LA COMEDIA POLÍTICA

El osito Duarte

Por Dan T.
martes, 28 de agosto de 2018 · 00:00

Vivo en un país en el que puedes crear una red de empresas fantasma para desviar 438 millones de pesos de todos los mexicanos, y la PGR dirá que no tiene pruebas para acusarte de crimen organizado. En este mismo país, te robas dos gansitos y, ahí sí, te atrapan de inmediato y a la cárcel vas a dar.

¿Te has fijado que lo peor de México somos los mexicanos? En estos días hemos visto ejemplos clarísimos de que lo peor que le pudo pasar a este país fue que llegáramos nosotros. En primer lugar está el infeliz empleado de Bimbo que se hizo famoso porque fue atrapado en video, en el momento en que le roba a un anciano la mercancía que él mismo le estaba entregando. Al mejor estilo de los políticos mexicanos de “dos para ti y uno para mí”, el repartidor de Bimbo y Marinela va acomodando los panques y los gansitos en los anaqueles y, de paso, se va guardando algunos dentro de la chamarra. ¡Ahora lo entiendo todo! Yo siempre me preguntaba: ¿por qué estos güeyes siempre andan tan tapados aunque haga mucho calor? No era porque trajeran prendido el aire acondicionado para tener en buen estado los chocotorros. No, no, nada de eso: era para robarse el producto que ellos mismos repartían. Con este descubrimiento, queda resuelto ese gran misterio de la infancia de todos nosotros: nadie entendía cómo era que de pronto aparecían en la colonia camionetas de Marinela o Bimbo vendiendo baratísimos sus productos. No era oferta, ¡era el botín! Obviamente Bimbo ya salió a aclarar que este desgraciado no representa a la empresa, lo dio de baja y lo entregaron a las autoridades. No sé cuál sea la pena por robarse los pastelitos que se clavó, pero ojalá que vaya a la cárcel por abusar de aquel anciano y que ahí refundido en la celda se le aparezca el gansito Marinela para decirle: ¡Recuérdame!

Vamos al otro ejemplo de los malos mexicanos. Si creían que no había ser más despreciable que el papá de Luis Miguel es porque nunca le habían puesto atención al procurador Alberto Elías Beltrán. A este sujeto, que se las da de gran jurista, le ha tocado el triste papel de ser quien le abra la reja a Javier Duarte. Yo supongo que el titular de la PGR va a necesitar un buen cirujano plástico, pues no creo que tenga cara para ver a sus hijos luego de haberle retorcido el pescuezo a la justicia para aligerar los cargos contra el ex gobernador de Veracruz. Porque ahora resulta, según el procurador, que pese a todo lo que nos han dicho, pese a los ranchos, las casas en Houston, los documentos falsos, pese a las empresas fantasma y pese a los millones en cuentas en el extranjero, pese a todo eso... ¡no tienen pruebas contra Duarte! Ya busqué en Google y ni siquiera ahí encontré a un pendejo que les crea. Según esto, no hay manera de demostrar que el priista incurrió en el delito de crimen organizado, por lo que sólo lo acusaron de “asociación delictuosa” lo cual equivale a acusar a Hannibal Lecter no de canibalismo, sino de antojos estrafalarios. Al cambiarle los delitos, el cínico de Duarte podrá salir de la cárcel y seguir su juicio en completa libertad.

Y así como Elba Esther Gordillo ahora es una santa, una guerrera y una hada de cuentos, al rato nos van a salir con el osito Duarte es más bueno que el pan Bimbo sin orillita.

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