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La república ocurrente

Por Jorge A. Meléndez
martes, 28 de agosto de 2018 · 00:00

Si no se tiene cuidado, la famosa cuarta transformación convertirá a México en una República Ocurrente, con los riesgos y costos que esto conlleva.

Es cierto que el País debe transformarse. El sistema de Gobierno ha sido corrupto e inepto y agotó su margen de maniobra (relea “Los grillos mataron a la gallina”). Y sí, para cambiar hay que romper tabús y ser creativos.

Pero hay una línea muy tenue entre creatividad y ocurrencia. Una diferencia clave es que el creativo experimenta, cuestiona y ajusta, mientras que el ocurrente se casa con su idea... y, por ende, fracasa.

Muchas ideas de Andrés son ocurrencias. Por ejemplo, la construcción de una nueva refinería y el plan para descentralizar el Gobierno federal (relea “¿Cómo cortar costos bien?” y “CFE, Pemex y AMLO”).

Ah, y también la consulta popular sobre el nuevo aeropuerto, dar amnistía a delincuentes sin transformar primero a policías y sistema judicial (algo que a Colombia le llevó 30 años) o el Tren Maya blanco (por lo del elefante).

Metámosle lupa a una buena idea que podría terminar en ocurrencia: apoyar a 2.3 millones de jóvenes a través un sistema de aprendices.

“Con un mecanismo sencillo, el Gobierno transferirá a las empresas recursos para pagar la nómina de estos jóvenes”, dijo orgulloso AMLO cuando anunció el programa.

¿Sencillo? Repasemos el sistema de aprendices alemán, el benchmark internacional más admirado.

En 4º de primaria se perfila la carrera académica de los chavos según sus habilidades y se les divide en 3 rutas: Hauptschule (9 años de escolaridad básica), Realschule (10 años) y Gymnasium (12-13 años).

Las primeras dos apuntan al sistema dual de aprendices y la última a una carrera universitaria. El Realschule permite ser aprendiz de profesiones mejor pagadas.

El sistema dual inicia al terminar la educación básica y dura entre 2 y 3.5 años. Siempre participa una empresa y una escuela pública. El estudiante pasa el 70-80% de su tiempo en la empresa y el resto en la escuela. La distribución de esta mezcla varía: 4 días por uno, 3 semanas por una o hasta 3 meses por uno. La empresa paga un sueldo al aprendiz y no recibe subsidio alguno del Gobierno.

1.5 millones de jóvenes están inscritos y se gradúan 500,000 estudiantes por año. Participan 50,000 empresas y la más grande (Deutsche Bahn, trenes) emplea a 10,000.

Unas 340 profesiones en Alemania requieren de un certificado para ejercerse y éste se obtiene del proceso dual. Algunos técnicos pueden ganar más que un graduado universitario.

Como Taygun Özer, quien tras terminar 10 años de Realschule cursó una educación comercial y hoy trabaja en el departamento de compras de una empresa y en su tiempo libre es coach de soccer.

La aceptación social de los certificados es clave y en ella participan sindicatos, IP y Gobierno. Los tres establecen estándares de competencias por profesión, las empresas abren sus espacios, los obreros transmiten sus conocimientos, el Gobierno educa y las tres partes evalúan las habilidades adquiridas.

Este sistema tiene siglos de funcionar y la ley que formaliza lo que le acabo de platicar es de 1979.

Admirable. Pero ¿ya notó algo? Es un gran esfuerzo de toda la sociedad y su implementación efectiva (para no quedar en ocurrencia) llevó décadas (o siglos).

Curiosamente, en México ya se está implementando este sistema dual. Con la participación de IP y Gobierno, unos 2,500 aprendices están hoy siendo capacitados en varios estados. Pero el camino es largo. Andreas Müller, de la Cámara Mexicano-Alemana de Comercio e Industria, me explicó orgulloso que pudieran llegar a 100,000 aprendices... al final del siguiente sexenio.

Imagínese: 100,000 aprendices en una década. Bueno, las 10 empresas más grandes de la BMV emplean a un millón de personas. Llegar a 2.3 millones de aprendices llevará pues muchos sexenios.

Y falta un detalle: “El sistema funciona en la formalidad, pues requiere instituciones para aplicarse”, añade Müller. Pequeño problema: los millones de ninis a apoyar están en la economía informal.

Si AMLO no considera todo esto, su programa de “Jóvenes construyendo un futuro” terminará en una ocurrencia más. O peor aún, habría que rebautizarlo: “Morena construyendo un ejército electoral”.

Posdata. Bien el acuerdo México-EU sobre el TLC. Pero no hay que cantar victoria todavía. Falta incorporar a Canadá, porque si sale todo se complica. Un acuerdo bilateral es otra cosa y puede haber muchos obstáculos legislativos. Sobre lo acordado, habrá que desmenuzar sus efectos en México, sobre todo en el sector automotriz. Y en particular dos cosas: lo de los sueldos de 16 dólares por hora en 40-45% del contenido regional (México no cumple ni cumplirá) y en la amenaza de aranceles del 20-25% para armadoras nuevas que no cumplan las reglas de origen.

En pocas palabras...
“Visión sin ejecución = alucinación”.
Mark Hurd, empresario estadounidense

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Twitter: @jorgemelendez

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