DÍA DEL SEÑOR

XVIII Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo B

Por Padre Carlos Poma Henestrosa
sábado, 4 de agosto de 2018 · 00:00

“No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la Vida Eterna”. (Jn 6, 24, 35)

En el Evangelio de hoy, Jesús pronuncia uno de los discursos más importantes que sale de su corazón, el discurso del pan de vida, que es como el eje de su vida pública, un discurso que iremos repasando a lo largo de cinco semanas.

Después de que Jesús ha alimentado a la multitud con los cinco panes y los dos peces, y ha tenido que huir porque querían hacerlo rey, la gente sigue persiguiéndolo, buscándolo, esperando de él más signos prodigiosos.

Cuando lo encuentran, Jesús les echa en cara que no le buscan por haber entendido el signo de los panes, sino porque han quedado saciados. Les está pidiendo que profundicen en su búsqueda, que comprendan que su mensaje va mucho más allá del estómago. Por eso, comienza esta semana un discurso que continuará en próximos domingos y que quiere explicarles que Jesús mismo es el pan de vida que necesitan: el “discurso del pan de vida”.

Jesús hace una distinción entre el pan que se puede corromper y el “pan eterno”, un pan que da vida plena, auténtica. La comparación es muy interesante, también para nuestro tiempo, porque hoy mucha gente tiende a pensar que la religión es un elemento separado de la vida cotidiana, que la relación con Dios se realiza en unos momentos a la semana, pero el resto del tiempo se vive la “vida real”, que no tiene nada que ver con la fe. Por eso Jesús usa la comparación del alimento más común, del pan. Para él, vivir en la presencia de Dios es tan frecuente y tan habitual como el comer; y además, tan necesario.

La gente exigen un signo milagroso de parte de Dios, como si alimentar a miles de personas lo hiciese cualquiera. Ellos no han entendido que el signo del pan en realidad estaba indicando quién es Jesús: el verdadero alimento del mundo. Ahora quieren otro milagro, y Jesús no se lo va a dar, porque lo importante es que profundicen en lo que han vivido con Jesús, que comprendan que él es el regalo definitivo de Dios al mundo.

Para nosotros, cristianos de hoy en día, las palabras de Jesús nos tienen que sugerir muchas cosas. Por un lado, podemos preguntarnos si realmente Jesús es tan cotidiano en nuestras vidas como el pan, si comprendemos que él está siempre a nuestro lado, que la fe no es un adorno de los domingos, sino una forma de vivir a cada momento. También nos ayuda a entender la eucaristía, que no es una celebración obligatoria, porque ninguna ley obliga a comer, sino una reunión en la que Jesús nos alimenta con su vida.

Jesús Pan de Vida, nos da consuelo y fuerza hoy, además nos promete estar siempre presente en el alimento de la Eucaristía.

Si aceptamos la invitación y recibimos el Pan de Vida, estamos transformados en corazón y mente. Estamos alimentados por su enseñanza, renovados por su espíritu, fortalecidos por su poder. Con este alimento podemos vivir y dar testimonio del verdadero sentido de la vida y la obra de Dios en nuestro medio.

Que la presencia real de Cristo en la Eucaristía, Pan de Vida, los bendiga hoy, proteja y acompañe siempre.

cpomah@yahoo.com

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