LA TURICATA*

La otra mitad del cielo

Por José Carrillo Cedillo**
jueves, 9 de agosto de 2018 · 00:00

Pareciera que a los occidentales nos cuesta trabajo la poesía. (Hablo por mí)

Decimos, nuestra media naranja al referirnos a nuestra pareja, y los chinos dicen: la otra mitad del cielo. Nosotros decimos hacer el amor, ellos dicen: lluvia y granizo. He observado que casi nadie de los que escriben, habla como Columbo de su pareja, o es quizá debido a mi ignorancia, pero también puede ser que cada quien habla de la feria según le va en ella, así que meto mi cuchara a riesgo que me pase lo que le pasó al perro de la tía Petra, la primera vez que ladró, le rompieron el hocico. Desde hace mucho tiempo, (tenemos mi esposa y yo 45 años juntos) he querido referir que el casamiento es antes que nada, un radical cambio alimenticio, uno crece comiendo desde la infancia hasta la adolescencia, quizá más, un sazón que resulta el mejor del mundo y un menú que se repitió por años y, la recién casada, quien tiene que asumir su nuevo rol incluyendo guisar, opta por el método ensayo-error, convirtiéndose uno, casi sin sentir en conejillo de indias cautivo, y si uno se atreve, armándose de valor a hacer una observación, la respuesta es: no soy cocinera. En el caso de mi esposa que es licenciada en matemáticas, ese sólo hecho me tapa la boca. ¡Uy!, y no se te ocurra mencionar: mi mamá lo guisaba con verdolagas… ¿¡Ah, sí!? Pues vete a comer con tu mamá…

Mucho peor si dices que tu abuela guisaba exquisito, la respuesta es: pues te hubieras casado con tu abuela… total, que me las ingenié, con el pretexto de ir a saludarlas, un domingo íbamos a comer con mi mamá y el siguiente, comíamos con mi bella suegra. Asunto resuelto.

En una ocasión en una tienda de ropa vi que un señor observaba detenidamente a mi recién conquistada esposa, me dijo: ¿es su esposa? Sí…, pues si se casó con una mujer bonita va a tener que acostumbrarse a que otros la admiremos… Y yo que desarrollé ese raro sentido de propiedad…

Y también de recién casados surgieron discrepancias por diversos temas, por ejemplo, al elegir la mejor taquería donde comer, es un tema muy difícil, pues la oferta es amplísima en la Ciudad de México y desde luego cada uno desarrolla sus preferencias.

A propósito, hace unos días fuimos a comer aquí, unos tacos y ya nos habían servido cuando vi que arribó un señor de edad madura y lo acompañaba una bella señorita, y al verla recordé aquel viejísimo chachachá: QUE TODOS LOS HOMBRES, LA TENIAN QUE MIRAR… Tacones de aguja de tres pisos, una superminifalda a la línea de flotación, tan ajustada que de haber estornudado se le hubiera roto en sentido vertical por toda la popa.

Me di cuenta de que mi esposa me lanzaba una mirada reprobatoria, y seguí comiendo como si la virgen me hablara, revisando la pared con los precios. Al salir, cuadras adelante quise suavizar mi mala situación, diciendo: tú qué crees, ¿será su hija? ¿O quizá será su esposa? Si es su hija que incómodo para él,… si es su esposa, muchos pensaremos que es su hija… como cuando tú y yo nos casamos pensaban eso… me respondió: lo siguen pensando…

¡TÓMALA! Qué golpe tan bajo…

¡Y lo que duele! Por andar viendo lo que no.

*Pequeño ácaro que pica a los puercos
**Maestro de artes plásticas con más de 50 años de ejercicio profesional.

jcarrillocedillo@hotmail.com

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