POR SI LAS MOSCAS

Estamos en bancarrota

Por Laura Monzón
viernes, 21 de septiembre de 2018 · 00:00

“Recibo un país estable y sin crisis”, aseguró Andrés Manuel López Obrador a principios del mes patrio, cuando se dirigía a una reunión con empresarios regiomontanos. Durante su sabia declaración remarcó que, en efecto, hay problemas graves, pobreza e inseguridad; pero hay condiciones, ánimo y esperanza de que todo mejore.

Todos nos tocamos el corazón al escuchar tales palabras y auguramos un futuro próspero para nuestra nación. Si el presidente electo lo dice, así será. No hay vuelta de hoja.

Sin embargo, el domingo pasado, con la voz pausada y descompasada que lo caracteriza, expresó que el país está en bancarrota y, por tal razón, no podrá cumplir con todas las demandas de la sociedad, aunque sí con los compromisos expresados durante su campaña.

Claro está que las declaraciones hicieron que medio México pegara el grito en el cielo.

Los economistas dijeron que el señor tiene una falta de comprensión en conceptos básicos de economía. El sector privado comentó que es irresponsable afirmar tal cosa, siendo que las inversiones necesitan de un ambiente seguro.

Otros argumentaron que no es tan tonto; más bien está “curándose en salud”, porque las cuentas no le salen y, de una vez, busca convencer al pueblo de que si no cumple con los compromisos será culpa de la bancarrota advertida antes de sentarse en el trono aterciopelado, a punto de ser mudado a Palacio Nacional.

Los defensores lopezobradoristas, que con otro personaje habrían fabricado unos memes jocosos, salieron a relucir, y al estilo Rubén Aguilar (ex vocero de Fox) explicaron que el señor presidente electo dijo una metáfora, así como la de “México se fundó hace miles de años”.

Aunque las declaraciones confusas de López Obrador, ahora poeta, no son como él las dio a entender, México sí se encuentra en crisis.

Vivimos en un país con 123.67 millones de habitantes, donde la mitad están sumidos en la pobreza, la tasa de población económicamente activa es de 54.36 millones y el salario no alcanza. Tenemos un sistema educativo deficiente, instituciones de salud a punto de colapsar, sindicatos corruptos, políticos y policías coludidos con el crimen organizado y un sistema de Justicia Penal disfuncional.

Además, un Congreso recién estrenado que manipula las leyes a su antojo, para dar permisos que no debe; un casi presidente mesiánico que se “hace de la vista gorda”, porque obtuvo la mayoría en las cámaras con cabildeos y le otorgó puestos clave a sus cuates.

Todo lo anterior es para ponerse a llorar.
Muchos queremos creer en que las cosas van a mejorar. ¿Pero por qué habrían de cambiar, si desde un principio estamos viendo lo mismo que antes, pero oculto bajo la túnica de austeridad y honestidad que no existen?

Joseph Goebbels dijo que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Pero el hecho de que López Obrador repita ante los medios de comunicación, y hasta el cansancio, que él es honesto y acabará con la corrupción, no quiere decir que, en efecto, lo sea y así vaya a suceder.

Lo más interesante es que a la hora de justificar sus palabras sobre la bancarrota, el presidente electo dijo que debemos aceptar que la política neoliberal (que nunca llegó a México) fue un fracaso que sólo benefició a una minoría.

Sin embargo, el país está como está gracias al capitalismo clientelista que cobija a los amigos, no por el libre mercado que, de hecho, no existe en México.

El próximo sexenio no distará mucho de esa tendencia político-amiguera que tiene al país en crisis. Todo indica que las cosas seguirán igual y no van a mejorar.

En efecto, estamos en bancarrota.

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