DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

El nacer

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 6 de septiembre de 2018 · 00:00

Tuve la fortuna de nacer en mi casa, un hogar de humilde vecindad, con no buena higiene y pobre recurso económico. Estos pudieran ser agravantes para un buen y sano nacer, sin embargo la presencia de un nacimiento vaginal, la dicha del contacto materno inmediato y la lactancia materna oportuna, dejaron minimizados a aquellos y me brindaron otros beneficiosos incomparables del momento. Aquí sigo y hasta el momento, creo, sano.

Desde nuestros primeros andares como especie en el agreste panorama de aquel entorno, nacimos con prácticamente solo los cuidados maternos, dentro de su ambiente y en ausencia de manos o influencias extrañas. Hace varios años durante un curso de lactancia materna, la oradora (chilena) comentaba que criando vacas les ofreció un corral limpio, confortable, con su supervisión y apoyo. Notó que los nacimientos posteriores a sus acciones, en comparación con los previos, se dificultaron, decidió dejar las cosas como antes y notó que los partos fluyeron de nueva cuenta sin problemas.

Desde que se constituyeron las primeras culturas (alrededor de 10 mil años) a los diferentes personajes les ha dominado el sentimiento jerárquico: posicionarse por sobre encima de los demás, esto ha dado pie a la formación de las instituciones y por supuesto al progreso. En la prehistoria, seguramente las mujeres parían solas y muy probablemente sin problemas. La formación de los grupos sociales y familiares con el sedentarismo propició el hacinamiento, aunado a la mala higiene y la contaminación de alimentos, asociado a la fauna nociva, fue el detonante de las epidemias, lo que ocasionó gran mortandad. Los nacimientos, otrora totalmente naturales, ahora en un entorno poco higiénico y contaminado, sumado a la manipulación externa, propiciaron muchas complicaciones con pérdidas fetales y maternas. Esto, cambió radicalmente en la época moderna gracias a la higiene, el agua potable y muchos otros recursos del progreso. Por un tiempo los médicos creímos (y muchos siguen creyendo) que todo era gracias a nuestro actuar y especialmente al manejo hospitalario, se impuso el modelo hegemónico de atención a la salud, nos convertimos en dioses, hacedores de milagros, en nuestras manos el bien vivir y morir y otra sarta de sandeces, pero lo peor: los hospitales nacieron para tratar a los enfermos y llevamos el nacimiento sano a tratarlo como enfermo, lo patologizamos.

Cambiamos la forma de parir, de una posición vertical a una horizontal, esta, priva del control al paciente y se lo otorga al médico, diseñamos mesas de expulsión que bien parecen obras de la inquisición: rasuramos, lavamos, vaciamos instrumentalmente la vejiga y al recto, damos ayunos forzosos, secuestramos a la parturienta y le negamos el contacto familiar y muchas otras atrocidades. El más inocente de los protagonistas (recién nacido) no está exento del flagelo, también es manipulado, se le quitan sus derechos naturales, lo invadimos con sondas, medicamentos y lo retiramos de su nido. Y no paramos allí, ahora programamos el nacimiento, salen cuando el ser omnipotente, léase médico, decide cuándo debe nacer, él sabe más que la naturaleza, por eso “se ha quemado las pestañas” y es más, él decide la vía y por supuesto que la cesárea es más cómoda, más rápida, más patente su actuar, además le pagan mejor y se sincroniza a su agenda.

Todos sabemos que la prevención es la regla de oro, lo que verdaderamente evita problemas materno infantiles es el control prenatal, lo cual detecta en forma oportuna problemas de salud en la madre, logra su control, limita el daño y si todo va bien, tiene un final feliz, pero el hegemonizar la atención del nacimiento “normal”, eso es el problema.

Hay una proclama de muchos grupos de padres que dice “El parto es nuestro”, en verdad, se los hemos arrebatado, los hemos hecho a un lado y hemos enfermado a lo sano. Les invito a todos, en especial a los jóvenes que vean una magnífica película brasileña en Nexflit intitulada “El Renacimiento del parto” y conocerán a uno de los primeros y mejores defensores de la humanización del nacimiento: el ginecólogo francés Michel Odent.

Estamos en la antesala de que el progreso nos puede llevar al deceso y manipulando la evolución, a la extinción.

* Médico Pediatra. Represente APROLAM en Baja California
sicardi53@gmail.com

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