POR SI LAS MOSCAS

La paradoja morenista

Por Laura Monzón
viernes, 7 de septiembre de 2018 · 00:00

Hace mucho tiempo, en el poderoso Imperio Romano, existía un historiador y político llamado Cornelio Tácito. Cuenta la leyenda que era un hombre tan elocuente en sus ideas, que luego de ver la podredumbre que destilaba la política, dijo: “Mientras más corrupto un Estado, más leyes tiene”.

Si Tácito, como hombre sabio que era, viera lo que hacen los políticos mexicanos, su cadáver saldría de la tumba, cambiaría su frase a: “Mientras más corrupto un Estado, más leyes manipula a su bendito antojo”, para enterrarse de nuevo.

Sólo los políticos mexicanos, en su infinita creatividad legislativa, redactan, alteran e interpretan las leyes para hacer legal cualquier acto corrupto, incluyendo pasarse por el arco del triunfo la Carta Magna.

La Constitución Política de México, en su artículo 55 (referido en el 58) dice que: “Los gobernadores de los Estados y el jefe de gobierno de Ciudad de México no podrán ser electos (senadores) en las entidades de sus respectivas jurisdicciones durante el periodo de su encargo, aun cuando se separen definitivamente de sus puestos”.

Pero resulta que Manuel Velasco Coello, quien debía cumplir con su periodo como gobernador de Chiapas, dejó su cargo el 28 de agosto para sentarse en su reluciente escaño como senador plurinominal del PVEM, en el Congreso de la Cuarta República Amorosa.

Tal barbaridad fue avalada por el INE, luego de aceptar en junio la diputación plurinominal de Miguel Ángel Mancera, siendo jefe de Gobierno de Ciudad de México. Según el sagrado instituto, la restricción del artículo 58 no aplica para listas plurinominales.

Cuatro días después, aún sin calentar su escaño, Velasco pidió una licencia para regresar a Chiapas como gobernador sustituto de sí mismo. Así como suena de absurdo.

Su secreto estuvo en el manoseo grosero de la Constitución chiapaneca. El Congreso local modificó el artículo 56, para que pudiera renunciar sin problema; también el artículo 45, para que el Congreso de Chiapas pudiera constituirse en Colegio Electoral y elegir con toda su santa soberanía al ciudadano senador para que sustituya al gobernador que es el mismo senador.

Además, modificaron los requisitos para poder ser gobernador, enlistados el artículo 52, y permitirle a Velasco sustituirse a sí mismo y, como cereza de pastel, que no rindiera protesta cuando tome su plaza de nuevo.

Todo lo anterior fue elucubrado, a pesar de que el artículo 116 de la Carta Magna dice que los gobernadores de los Estados “por ningún motivo podrán volver a ocupar ese cargo ni aun con el carácter de interinos, provisionales, sustitutos o encargados del despacho”.

Aunque se supone que los primorosos senadores deben hacer valer la ley, Velasco obtuvo la anhelada licencia para ostentar su doble personalidad, luego de que los congresistas del amor reconsideraran su “error” de habérsela negado porque está en su derecho, cosa que tendrá que retribuirles cuando regrese al senado como un hombre nuevo.

La situación es delicada. Deja entrever el mensaje de que los políticos tocados por la mano del señor podrían realizar acciones indebidas haciéndolas pasar por correctas, porque las leyes modificadas e interpretadas a su antojo las avalan y legalizan.

No obstante sus promesas de erradicar la corrupción de la faz de México, el presidente electo decidió no comentar sobre el caso, porque recibió entre sus santos brazos a cinco diputados del PVEM arrepentidos, que ahora son de la bancada de Morena (sin dejar de ser del Verde), para poder tener la mayoría en el Congreso con 252 legisladores.

Dicen por ahí, que los fans de López Obrador se quedaron si internet, porque no hay opiniones al respecto en las redes sociales.

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