Columnas

ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS: La dieta del hombre de las cavernas

jueves, 24 de diciembre de 2015 · 00:00
Por: Andrea Guía Ramírez
 
 
Hace algunos meses en busca de un estilo de vida saludable me encontré con la llamada dieta paleolítica, también conocida como dieta del hombre de las cavernas o dieta de los cazadores recolectores. A grandes rasgos, se trata de un régimen alimenticio basado en el consumo de plantas y animales "salvajes” y, por lo tanto, se fundamenta en el estilo de alimentación que tenían los humanos durante el paleolítico, bajo la premisa que nuestro sistema digestivo está adaptado para tal tipo de alimentación.  En aquel momento sólo llamo mi atención por las características propias de la dieta pero no hizo mayor mella y continué en mi búsqueda de un régimen alimenticio saludable. 
 
Fue hasta hace un par de semanas que me volví a topar con la dieta paleolítica a través de un blog de paleontología, que hacía algunas observaciones en torno a dicho régimen alimenticio.  Una de ellas, la que llamo mi atención, fue la crítica sobre creer que todos los cazadores-recolectores del paleolítico comían lo mismo y en la misma proporción. Como lo justifica el blog, la dieta durante el paleolítico no debió ser la misma en todas las regiones del mundo por las diferencias en el hábitat y las especies disponibles, tanto de animales y vegetales, y en consecuencia consumieron diferentes alimentos en distintas proporciones según la región donde el hombre habito.  
 
Bajo este antecedente decidí escribir sobre la dieta paleolítica en la península. O, de acuerdo a los periodos en que se divide la  prehistoria de Baja California, será la dieta Paleoindígena. Este es el periodo más antiguo, que abarca desde hace poco más de 13,000 años hasta hace 7500 años. De acuerdo a fechas de radiocarbono, sitios de este periodo se han identificado en Eréndira, Abrigo Paredón (Laguna Seca Chapala),  Isla Cedros, Sierra San Francisco,  Isla Espíritu, La Paz;  y según la tecnología lítica podemos tener Periodo Paleoindígena en el Ejido Ignacio Zaragoza y  Sierra Juárez.
 
Como es de suponer, por las características geográficas de la península, al estar rodeada de mar, las evidencias apuntan hacia una subsistencia basada principalmente en el marisqueo de moluscos y otros productos marinos. Dependiendo de la región, y de acuerdo a las evidencias arqueológicas, la dieta se basó en el consumo de abulón, mejillón, almeja pismo, almeja india, almeja arenera, ostión, entre otros. También se consumió pescado, de los que sobresalen, los rocotes, las mojarras, las curvinas, el pez vieja y hacia el sur el jurel, el barrilete, el atún y el pez perico.
 
Otro de los componentes dietéticos fueron los mamíferos marinos como los lobos marinos y los cetáceos (ballenas y delfines). Y en el sur de la península se consumió también de manera frecuente la tortuga marina. Los productos marinos fueron tan importantes que sus restos han sido encontrados en las Sierras Juárez y San Francisco e incluso sus imágenes quedaron grabadas en los murales de pinturas rupestres en lo alto de estas sierras.
 
Además de los productos marinos, se consumieron mamíferos terrestres pequeños como los conejos y las liebres. Y aunque se han encontrado artefactos, denominados puntas Clovis,  que pueden indicar el consumo de megafauna como mamuts y mastodontes, hasta el momento no hay evidencia contundente que indique tal actividad. Así mismo, poco se conoce del tipo de plantas que pudieron consumir en este periodo.
 
Así que, después de esta revisión, si decide seguir una dieta paleolítica, quizás quiera apropiarse del régimen alimenticio de los cazadores-recolectores del periodo Paleoindígena de Baja California y consumir sus productos marinos.

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